Horacio González y Rodolfo Yansón, cuando la verdad vale menos que el orín de los perros. Dos excelentes artículos, textos para pensar “en voz alta” antes de votar... Para La Tecl@ Eñe
Ver aqui: Liberen a Milagro, texto Teresa Parodi..
Preguntas sobre un
rostro
Por Horacio González,
para La Tecl@ Eñe
Fuente:
Nos cansamos de hacer preguntas por cualquier cosa,
porque todos han aprendido que puede omitirse la respuesta. Hay respuestas que
nunca se darán, por la banalidad a la que tendríamos que recurrir o por lo
innecesario que parecería una respuesta que equivaldría a masticar pasto en
nuestras bocas resecas. Sería mejor concederle al olvido o a un pequeño
resoplido resignado, el barrido de esa hoja disecada. Hay preguntas que son
hojas embalsamadas. Las empleamos para sentirnos vivos, atentos o amparados
ante la discontinuidad de las cosas. Creemos que una pregunta que se vapora
enseguida en el aire sostiene la persistencia de un mundo. ¿Y? Por ejemplo ese:
¿y? Magnífica espera ante una sorpresa que no se esclarecerá nunca, desafío a
que se nos diga algo mejor de lo que somos, pero nada viene a nosotros para
consolarnos o darnos mejores alientos que los que creíamos poseer.
¡Cuántas cosas decimos con esa pregunta! Es la que menos
respuestas ha tenido a lo largo de la historia; es porque ella está ahí para
ser la conjunción, la que anude un eslabón a otro y nos ponga en confianza el
mundo ante nuestros ojos. Como una función de continuidad, un apartarse del
abismo o de la nada.
La pregunta sobre Santiago Maldonado hecha por milagro Sala a la
Gendarmería, custodios en su domicilio de detención, cobra un significado
especial. Es una pregunta a los que se le debe hacer, porque da en el blanco y
por eso es el lugar dónde menos puede ser respondida, y es una pregunta hecha
por quien a la vez hacemos preguntas. ¿Qué quieren hacer con Milagro Sala? Ella
hace la pregunta y por el hecho de que se la hace a los que pueden responderla,
hacen de ese poder un silencio amenazante. Ahora, si preguntaos porque Milagro
Sala fue nuevamente devuelta al penal de Alto Comedero. Rara inflexión de
palabras, la primera designa lo ilustre, “alto”, la segunda, lo bajo”, a poco
que se explore esa dos sílabas finales, “dero”, con las que se alude a lugares
que se definen con desdén. A no ser que un movimiento social, hecho por los
desdeñados, de vuelta lo significados.
Entonces… ¿por qué la ponen nuevamente presa? Su abogada, que ha
tenido una diestra actuación ante todo este teatro de la bestialidad, dice que
la quieren matar. Así como la pregunta que flota sin sostén hasta diluirse en
el olvido –la humanidad es la historia de todas esas preguntas, del material de
desecho que proviene del acto de preguntar sin que uno mismo espere las
palabras que se tornen respuesta-, así también una afirmación de esta
terminante significación, agrega un sello definitivo a un largo camino de hecho
en que la exclamación final no necesariamente aparece. “La quieren matar”. Pero
hubo tantos capítulos antes… Eso no se notaba. Y aún ahora, todo lo hacen con
un recosido de pretextos al que llaman ley.
¿Cómo la justicia va a querer matar a alguien?
En principio, el espíritu que sabe de la trágica aspereza del mundo, no suelta
fácil esa concepción, no la atribuye fácil siquiera a los poderes más innobles.
No sin razón, porque podríamos siempre pensar que no es fácil matar, que no se
desea matar, que la conciencia de los hombres en general, no abriga el
propósito de dar muerte a un semejante. Pero puesto que lo hace, podemos
imaginar que poco a poco se va configurando un recóndito deseo, que aletea como
la muerte, pero que habla con dictámenes que invocan fundamentos, acumula fojas
con razonamientos jurídicos y resume toda su acción en emplear una fórmula
judicial revestida de un saber acumulado en torno a la protección de la vida
humana. ¿Podemos descartar que proteger sea una cubierta, como antes el papel
araña recubría los libros de iniciación, para querer decir otra cosa?
Hay un infinito mundo de cautelares, palara célebre del idioma
tribunalicio. A veces son hipócritas, a veces salvan vidas. “Lo hacemos para
proteger su vida”, dice. “No quiere sacarse una radiografía, no quiere beber un
expectorante, no quiere que le tomen la presión”. Esa indisciplina, que bajo
esta mera descripción parece manicomial, es empleada para decir que ponen bajo
prisión a una persona que proclama la libertad última de su cuerpo –no quiero
que me den esta pastilla-, en un estado de rebeldía frente al lenguaje
carcelario y sus ramificaciones.
No pocas veces la lengua médica y judicial son derivas de ese
rango penitenciario. Tomar una medida de profunda atrocidad y justificarla por
el bien de la persona a la que se le inflige esa insólita fiereza, es la parte
arcaica de un razonamiento policial. Actuamos contra usted para protegerla.
Incluso la dañaremos mucho, pero lo haremos en su resguardo.
Por eso, hay un fino hilo de muerte en el destino jurídico que le
van trazando a Milagro Sala, entre devolverla a prisión para que se saque una
radiografía, y el acto de enlazar una infame medida judicial-policial con un
pretexto de cuidado médico. ¿No es un destino de muerte este juego entre la
reclusión, la declaración judicial de locura y el empalme entre el parte médico
salido de un recetario con firma y el trayecto de un coche sin patente?
Algo que enlaza la forma de arbitrariedad sin límites que adquiere
lo que se sigue llamando justicia y la conciencia de lo que no tiene
identificación, nombre o justificativo alguno, la señal clandestina que nos
comunica enseguida con el pensamiento del Juez que dio la nueva orden de
encarcelar. Pasos lentos hacia la muerte, escalones sutiles que se atraviesan
entre reglamentos y silenciosas complicidades, calvario de la mujer que los ha
desafiado en cuanto a posesión de prendas y títulos que autorizan el habla.
¡Usted no tiene más tiras que yo, que soy parlamentaria del Parla Sur! Esta
frase es extraída de un tiempo carcelario ya largo. Contrapone una lengua
conocida –el tira, las tiras como indicación rústica de un poder-, y la
institución emanada del voto popular que consagra a Milagro Sala dentro de otro
ámbito, el parlamentario. Ámbito que deberá mostrar también su destreza para
tratar estos temas que hacen la estructura fallada de la justicia en nuestros
países.
¿Tiene “tiras” el que tiene ese poder? Sí y no. En la respuesta de
Milagro Sala relucen añejas enseñanzas de lucha, resistencias ancestrales a los
dominadores con casco de hierro, peinados a la cachetada o con toga escarlata.
En paralelo a la resistencia política –el origen específico del ser
democrático-, la que se percibe en corrientes sociales que se van acercando, se
miden, se palpan, se unen, se desvanecen y vuelven a incorporarse, se muestra
el rostro de Milagro Sala. Acude a ese mismo procedimiento. La hacen caer y se
levanta, le hace sentir el hedor de la muerte y ella se levanta para
responderles con el mismo idioma de ellos, la forma brusca del poder, que sin
embargo hace sonar la palabra democrática en su máxima capacidad de memoria,
ante unos badulaques de un juzgado que se mueven como espantajos que un día se
posa a orillas del río Chubut y otro día se escuda en un parte médico para
mover su maquinaria de furor ciego, pero meticuloso.
Sala, Gils Carbó y
Maldonado
Por Rodolfo Yanzón para
La Tecl@ Eñe
Fuente:
Santiago Maldonado está en Chile con el RIM,
dijo Elisa Carrió, probablemente sabiendo que una parte de su electorado lo
cree, quiere creerlo, para aventar la posibilidad de que Mauricio Macri haya
decidido desaparecerlo (Macri no lo desapareció, está claro; pero su gobierno
-sobre todo la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich y el Secretario de DDHH
Claudio Avruj- ha hecho todo para ocultar información y obstaculizar la
investigación). El pensamiento binario, una cosa o la otra. No pueden, no
quieren ver más allá. Reavivan los ataques contra familiares y testigos -el
último protagonizado por la misma Gendarmería, que decidió, con la venia
oficial, presentar una querella por una supuesta lesión con piedras a un
gendarme el 1° de agosto-. Lo que comenzó como un tema policial, terminó
transformándose -por impericia, amateurismo y menosprecio a los DDHH- en un
grave problema político de alcance internacional. Pero si se llega al 22 de
octubre con un buen caudal de votos y la oposición dispersa, nada importa.
Milagro Sala fue arrancada de su arresto domiciliario para ser
enviada nuevamente a la cárcel, con la aviesa decisión de ocultarlo a su
defensa y por cuestiones que sólo reflejan un marcado mal trato, agravando su
situación de manera arbitraria y conculcando sus derechos más elementales. A
días de las elecciones, no importa lo que opine o dictamine la Comisión
Interamericana de DDHH. Mejor pensar en que parte del electorado jujeño -y de
otras regiones- aplaude la maniobra.
Alejandra Gils Carbó fue procesada por el juez Julián Ercolini por
una supuesta administración fraudulenta, por un hecho por el que no existió
perjuicio para el Estado. Una decisión que se venía anunciando por el grupo
Clarín y el diario La Nación.
Por esas casualidades -que no son tan casuales- pude ver con mis propios ojos
al Fiscal que pidió el procesamiento, Eduardo Taiano, y al Fiscal de Cámara,
Germán Moldes, uno de los enemigos de Gils Carbó en Comodoro Py, saliendo del
despacho del juez, durante los minutos en que Ercolini estaba concluyendo su
pieza jurídica, de la que no tiene regreso, por la que rifa el prestigio
académico que alguna vez tuvo, con el beneplácito del gobierno y de Clarín, que
vivaron una maniobra cuyo único objetivo -reconocido públicamente y sin
tapujos- es el de embestir nuevamente contra la Procuradora General de la
Nación para lograr su desplazamiento. En esa senda y en claro mensaje al estilo
mafioso, Clarín y Ricardo Roa publicaron los números
telefónicos de la Procuradora y su hija. Sed de venganza por dictaminar contra
el monopolio mediático, por acercar la Procuración a sectores sociales
postergados, por comprometer a la institución en los juicios de lesa humanidad;
pero también afán de disciplinar a la Procuración para ponerla al servicio de
los intereses del gobierno y que se encolumne detrás de las ideas que surcaron
el último encuentro de empresarios en Mar del Plata, en el que tanto
aplaudieron al hijo de Franco, uno de los suyos. En ese marco, personajes como
el Fiscal Ricardo Sanz -que dictaminó contra los juicios por crímenes de lesa
humanidad cometidos por la dictadura y es uno de los fiscales con mejores
vínculos con el oficialismo- se peina por si lo llaman a ocupar el cargo.
Al macrismo -y al radicalismo cómplice- no le importa la
institucionalidad, ni la democracia, ni el Estado de Derecho; muchos menos los
DDHH. Sus lazos internacionales mas estrechos los forjó con dirigentes como el
español Mariano Rajoy -promotor de una reforma laboral contra los asalariados y
una ley mordaza para silenciar opositores, además de pensar sólo en represión
cuando de conflictos políticos se trata-, y el israelí Benjamín Netanyahu -a
quien recibieron con los brazos abiertos para aclamar estar juntos en la “lucha
contra el terrorismo” y de quien recibe colaboración para entrenar a fuerzas de
seguridad y obtener armamento-, o el gobierno de Estados Unidos -que se excluyó
de la UNESCO junto a Israel por entender que su política hacia Palestina
significaba discriminar a Israel- y con quien el macrismo comparte su visión
contra los migrantes-. Por otro lado, sus lazos a nivel interno los cultiva con
exclusividad de la mano de los grandes grupos mediáticos y económicos y
organizaciones que los representan como el colegio de abogados de la calle
Montevideo -con el que, además, acordó en una demanda judicial que la
Procuradora podía ser desplazada por simple decreto-. Como contrapartida,
trabajadores, sindicatos, jueces y abogados laboralistas son puestos en el
listado de mafiosos a los que hay que combatir, del mismo modo que al
narcotráfico.
La complicidad de
grandes grupos mediáticos no parece suficiente, ya que el oficialismo busca
acallar a quienes lo denuncian, como sucede con Página 12 y el periodista Horacio Verbitsky, que reveló el blanqueo de
capital que hiciera la familia presidencial. Para ello agregó a su lista de
mafiosos al dirigente del sindicato SUTERH, Víctor Santa María, dueño del
diario, a quien insistentemente denuncian a través de los medios afines. A ese
accionar deben agregarse los juicios de funcionarios contra opositores
políticos, como el de Germán Garavano al diputado Rodolfo Tailhade, y la
inapropiada utilización del Instituto Nacional contra la Discriminación (INADI)
para iniciar acciones contra el Gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti, por
haber dicho que los pueblos se equivocaron al votar a Hitler tanto como a
Macri. En un acto por demás digno de la DAIA y Netanyahu, Avruj anunció que el
INADI actuaría de oficio por comparar a Hitler con Macri. Mas allá de que
Bonfatti no hizo semejante comparación, la utilización de las instituciones
para perseguir -e, incluso, reprimir- a opositores por lo que éstos dicen, es
una actitud por demás autoritaria. En ésto, Avruj se parece a los sectores que
insisten en calificar de antisemitas a todos los que denuncian los crímenes de
Israel contra Palestina. La DAIA -organización a la que Avruj ha pertenecido y
que ha puesto a varios de sus miembros en altos cargos de la Secretaría de DDHH
de la Nación- ha requerido en varias oportunidades la utilizacón de la ley
antidiscriminatoria para denunciar por antisemitismo a quienes se manifestaran
contra los crímenes de Israel contra el pueblo palestino. La DAIA, cabe recordar,
es una de las impulsoras de la denuncia penal por el acuerdo con Irán,
resucitada a partir de los favores de algunos actores judiciales y, sobre todo,
a través de su Vicepresidente, Waldo Wolff -diputado de Cambiemos-, para quien
el kirchnerismo estuvo detrás de la muerte del fiscal Nisman. Todo vale con tal
de silenciar y desprestigiar al oponente, mientras la verdad vale menos que el
orín de los perros.
Prohibido por apoyar a Milagro y a la Tupac:
ResponderEliminarhttps://aguanteelarte.blogspot.com.ar/2017/10/prohibido-y-amenazados-quienes-quieran.html