La
equivalencia final en las recientes PASO de la Provincia de Buenos Aires, con
la leve preeminencia de Unidad Ciudadana, coloca a este inciso electoral como
el mojón cardinal realista y simbólico de cara al futuro modelo político de
país, en donde dos programas diametralmente opuestos ya conocidos, por sus
efectos sociales y económicos, pugnan por obtener mayorías representativas que
permitan o no la profundización del modelo presente. Las ideologías y sus
praxis nunca estuvieron tan en evidencia, debido a ello resultó estratégicamente
necesario, casi vital, para el establishment, mimetizar o directamente tapar
los efectos políticos y sociales de ambos modelos, con cotillón mediático variado
y la fuerza de sus operadores. Cosa que jamás cesará. Y esto sucede debido a
que este examen nada tendrá de parcial con posibilidad de recupero, será un
examen final en donde su resultado determinará si la sociedad acepta la
propuesta de la única opción que ponga algún límite a la depredación o le
ofrezca al oficialismo vía libre a sus apetitos y esto incluye el 2019. Sin una
victoria contundente en el 2017 en la Provincia de Buenos Aires, no habrá 2019
para nadie del campo nacional y popular, llámese como se llame, ya que en caso
de derrota, más allá de que en el Senado se encuentre la figura de Cristina,
luego todo será alineación y balanceo,
equilibrio maquiavélico presupuestario bajo el eufemismo de la gobernabilidad.
Pero no solo la derrota de la futura Senadora Cristina Fernández de Kirchner le
es conveniente al establishment dominante, cuestión que suena de Perogrullo,
sino también a buena parte del Partido Justicialista, segmento orgánico
cuentapropista, que considera a la ex presidente el mayor escollo a favor de
intentar negociar con el gobierno prebendas en el marco de una “oposición
responsable”, libre de carpetazos, minimizando el conflicto y sobre todo
aplacando la reacción ante las necesidades colectivas, tal cual hace el
triunvirato de la CGT, por ejemplo, en consonancia con el Frente Renovador y
algunos sectores de Cumplir. Observo internamente un escenario muy similar al
de la primera vuelta electoral del 2015 en donde esa misma parte del peronismo
bonaerense trabajó territorialmente a destajo para la derrota de Aníbal
Fernández, ergo no militando su candidatura. Por eso y ante el panorama debemos
implementar la misma estrategia política seguida para la segunda vuelta de hace
dos años, días en los cuales nos daban diez puntos abajo: superando la voluntad
y el empeño de los dirigentes travestidos, tomando la campaña de manera
sanguínea en cada territorio, exigiendo definiciones, explicando,
desenmascarando políticas, revelando las operaciones de los lacayos
pendencieros de los medios, no mortificando al dubitativo y siempre tratando de
incluir. Cristina (si fuera otro cuadro del campo Nacional y Popular tampoco
dudaría sobre los caminos a seguir) es nuestra única y última oportunidad para
detener la ignominia neoliberal a la cual estamos siendo sometidos, cualquiera
que no piense en esta coyuntura dramática colectiva no hace otra cosa que velar
sus apetencias personales destructivas a favor de intereses tan oscuros como
obvios. Será cerrado, será muy trabajado y la apoyatura logística es muy
desigual. Olvidemos al dirigente Massa, olvidemos al dirigente Randazzo, luego
del daño causado no hay retorno posible a sus noblezas populares, solo esperan individualmente
nuestra derrota para lograr eyacular y sonreír con indigna soberbia, lo que importa
son las personas de esos espacios que sufren a la par el extraccionismo neoliberal.
En la coyuntura es Cristina quién lo interpreta, y somos nosotros, el pueblo
herido, horizontal y diverso, contra el poder real en su máximo apogeo más los
lacayos y topos de adentro que nos quieren ver rendidos, silentes, si es
posible desaparecidos, como Santiago Maldonado...
sumar , suma!
ResponderEliminarhttp://www.eldestapeweb.com/alcira-argumedo-hoy-la-mejor-forma-frenar-al-macrismo-es-votar-cristina-n32869