En 12 años nunca la oposición estuvo a la altura política del gobierno, sin embargo ganó. ¿Quién ganó entonces? La antipolítica....
Desde hace un buen
tiempo hasta esta parte se afirma, desde los sectores más conservadores de la
sociedad, que el kirchnerismo tuvo un claro tinte estatista, con un marcado
énfasis hacia el populismo distributivo y con características ciertamente
socializantes. Al mismo tiempo y por el contrario, desde una “nouvelle
progresía nacional desencantada” se afirmó que el FPV supo desplegar una
tendencia burguesa con el objeto de favorecer a las corporaciones bocetando una
estrategia de país sitiado de modo contener cualquier intento de protesta
social. Sobre ajuste y represión versan sus alegatos. Ambos coinciden en que el
ejecutivo de entonces no tuvo proyecto alguno que resuelva los dilemas
esenciales y menos aún de cara al devenir. Hasta aquí sus declamaciones…
No soy de los que
se afilian a la idea de que si uno es atacado por ambos flancos es porque se
está transitando por el camino correcto. Considero ese argumento como banal y
facilista. Uno puede estar
tranquilamente tomando lo peor de cada casa y de ese modo rompe de plano
dicho sofisma.
Por eso me permito
plantear en vos alta una cuestión que se me ocurre pertinente, por lo menos a
modo de duda tangencial. ¿Cabe la posibilidad de que aquel incipiente proyecto
industrialista que gobernó los pasados 12 años haya sido atacado por izquierda
debido a una racional utilización que hizo de herramientas ortodoxas ante
situaciones de crisis y que al mismo tiempo también haya sido atacado por
derecha debido a la correcta utilización de herramientas heterodoxas en momentos
de bonanza?. Considero que lo primero a plantear es si cabe la posibilidad de
que una Nación cuyo modelo fundacional es el de un capitalismo periférico,
proveedor al mundo fundamentalmente de materias primas en bruto, tenga la
capacidad autárquica para evitar los sobresaltos que el propio capitalismo
ostenta como principal y siniestra característica.
Estimo que la
actual cartelización del capitalismo - mal llamado globalización - impide
cualquier tipo de autarquía económica para las sociedades periféricas y que muy
lejos están de poder imponer ni tan siquiera los precios de lo que producen.
Si se aceptan estos
términos y teniendo en cuenta que el kirchnerismo jamás habló desde una tribuna
socialista – lo analizo como tal, como socialista - nunca se entendió mucho la
muletilla que hablaba sobre su “Giro a la Derecha” cuando jamás circuló por la
mano de la izquierda. Jamás escuché a Cristina o a Néstor proponer cambios en
el régimen de la propiedad privada de los medios de producción y menos aún puso
en debate la socialización de los mismos. En tiempos de bonanza trató de
distribuirla medianamente. Me refiero a estadísticas concretas de la Unesco y
la Cepal: Hablo 46% de la participación de los trabajadores en el PBI, la
ampliación y universalización del régimen previsional, el casi 6 % de desempleo
luego de haber tomado el índice en un 25%, el sistema de subsidios y
asignaciones, la duplicación en el índice de inversiones en educación, el
desendeudamiento, las paritarias, la salida del default entre otras medidas,
sin tener en cuenta la cantidad de derechos sociales, hoy en disputa, que en
apariencia se encuentran olvidados por la crítica.
Por su parte el
conservadurismo, inciso transversal que toca a casi todo el espectro político,
incluso a los representantes de la socialdemocracia, manifiestó sus críticas en
el excesivo gasto público, factor sin el cual aquellas políticas
distribucionistas mencionadas hubieran sido imposibles de implementar. Mueve a
risa que apenas el kirchnerismo comenzó a utilizar algunas herramientas
ortodoxas para revertir ciertas inercias conflictivas que proponen los mercados
la propia derecha las estimó insuficientes y la izquierda las visualizó como
regresivas. Me permito una digresión: En todo caso son regresivas porque lo son,
no porque alguien leyó erróneamente que el gobierno era de izquierda. Vale
decir, son regresivas en manos de cualquier tipo de ejecutivo; en manos de Evo,
Maduro, Obama, Fidel, Santos, Bachelet, Rajoy o quien sea…
Afirmamos por
febrero del año 2014 que hasta ese momento la derecha no había dicho todo lo
que quería, tal vez porque lo que deseaba no era bueno para las mayorías.
Tampoco la izquierda, más allá de los cómicos habitantes de la red, tampoco había explicitado cómo hacer lo que proponía, tal vez
porque no tuvo ni tiene la menor idea de qué se trata ejecutar presupuesto
público y en consecuencia no sabría a ciencia cierta si es posible llevar a la
praxis su teoría política en el marco de país con las características citadas.
Y es aquí en donde
encuentro el mayor déficit argumentativo de nuestro presente. ¿Qué factores son
los que marcan las diferencias políticas? Los paradigmas – el objetivo político
– o las herramientas – los medios para llegar a esos objetivos -.
Nadie, con
conocimientos políticos básicos, puede sentenciar que Obama se constituye en un
cuadro de las izquierdas debido a que promueve una ley a favor de la
universalización de los servicios de salud. El hombre detectó un problema grave
en el marco de su sociedad y propuso para la solución una herramienta
determinada. Eso para nada lo transforma en un colectivista como lo hace ver el
Tea Party. Justamente los que se detienen en las herramientas y basan sus
conceptos políticos en función de ellas son verdaderos pragmáticos ya que no
conciben que el límite del pragmatismo lo constituye el paradigma, la idea.
El paradigma de
Obama seguirá siendo el de la libre empresa más allá de la utilización de una
herramienta heterodoxa para la solución de un dilema puntual.
Mencionamos aquí
que nuestras izquierdas y derechas coinciden en detenerse para sus análisis
políticos en las herramientas, por lo tanto son a mí entender intelectualmente
pragmáticas por el absurdo, como el teorema lógico/matemático. Dejaron de lado
los paradigmas fundacionales del kirchnerismo y estiraron o aflojaron la soga
según si la herramienta los incomodaba o los reconfortaba. Vale decir existió
cierta miopía política (malevolente y deshonesta intelectualmente) o en todo
caso prefieren alborotar la coyuntura en lugar de preguntarse y preguntar por
los fundamentos que provocaron tomar determinadas decisiones políticas.
Teorizaron sobre deseos, sobre supuestos y sospechas, nunca sobre las causas
que motorizaron puntuales efectos.
Curiosamente en
ambos casos, para potenciar aún más este “neoteorema” del absurdo, apelaron
para su crítica a su propio dogmatismo, por eso fue muy común verlos morderse la cola con un sin fin
de contradicciones que generalmente depositaron sobre las espaldas del kirchnerismo.
Resultaba usual verlos
solicitar y exigir medidas para luego desdecirse de ellas. Con sólo leer las
editoriales de los economistas – analistas y periodistas - de todo aquel campo
opositor nos podemos dar por satisfechos ante la afirmación.
Luego de la pequeña
devaluación (con relación a la última) del 2014 se habló del impacto social
negativo de la corrección cambiaria por ellos antes exigida poniendo de
relieve, por ejemplo, la futura ausencia de créditos baratos durante el 2014
para favorecer casualmente la campaña agrícola, sector por el cual se exigió el
ajuste de la variable dólar.
Por un lado
presionaron por un dólar que mejore la rentabilidad del sector, por el otro
desecharon el valor de ese mismo dólar cuando de créditos se trató. Quiero
vender caro y pagar barato y que todo el beneficio sea para el privado: La
historia del capitalismo.
Sin haberse
expresado nunca por izquierda el Gobierno kirchnerista le propuso a la sociedad
en el 2003 una política de distribución de la riqueza, hasta ese momento “ahistórica”,
teniendo en cuenta nuestros últimos 50 años; sin haberse expresado nunca por
derechas el gobierno jamás puso en tela de juicio la propiedad privada de los
medios de producción y un libre mercado con puntuales regulaciones, como ocurre
en las economías de todo el mundo occidental.
La recordada
compensación a los Bancos, efectuada por decisión de Néstor Kirchner,
postpesificación asimétrica de ese mismo 2003, es una clara muestra sobre lo
dicho. Vale decir, su idea de gestión, su paradigma, estuvo por encima de las herramientas,
lo que lo hace menos pragmático con relación a aquellos que solamente fijan su
atención en las herramientas y no en los objetivos finales. Y esto ocurre porque
en los opositores de entonces, hoy oficialismo, no existen proyectos ni
objetivos finales, en ese sentido son pragmáticos en esencia, cualquier final
les cabe, manda la coyuntura como formato de proyecto político.
Lo de Fútbol para
Todos, si bien resulta una anécdota casi risueña es un buen ejemplo a citar.
¿Cuál fue el paradigma?. Pues mantener la gratuidad y la universalidad en las
emisiones del Fútbol por TV.
Allí está la
convicción, allí está el cambio con relación al PPV de
Cablevisión/Multicanal por venir, no en la herramienta.
Como bien dice con
ironía el Negro Dolina en el comienzo de la Venganza “somos un grupo de
pensadores que mantienen sus convicciones aún cuando ellas han demostrado su
falsedad”. No existe mayor convicción que intentar no engañarse a sí mismo con
fraudes y fetiches, y no existe evento con mayor dosis de pragmatismo que
buscar de manera denodada cualquier argumento que mantenga firme nuestros
yerros. Vale decir voy cambiando argumentos, voy trocando pareceres, voy
acomodando mis excusas hasta encontrar un nicho de confort que apoltrone mis
supuestas e inclaudicables convicciones. La idea es lo de menos, puede ser
cualquiera, incluso pueden abrigar hasta aquellos principios éticos y estéticos
que simplemente están de moda...
A veces se me da por simplificar, sin omitir que tu análisis me pareció interesantísimo y concluyente. Es así, sin embargo que incluyo el factor: -"Este rancho es nuestro.
ResponderEliminarEste rancho es nuestro y a mi me nombraron para que lo administre y los cuide a todos. E hice al respecto lo que pude y entonces la idea era que el que venga después lo haga para mejorarme y así se supone que lo entendían porque son gente además agradecida. Pero de repente, empujados en parte y en parte solitos, le dieron bola a los de afuera y se creyeron su cuento. Qué parte no estaba clara para entender que esos gringos eran sin lugar a dudas; los de afuera? Esos que están siempre atentos a incendiar los ranchos y quedarse con la tierra".
Muy buen análisis, realmente. Impecable, palabra por palabra. Siempre se discute el real o ficticio sesgo pragmático kirchnerista. Y comparto el debido acento puesto, en realidad, en las ideas rectoras, visibilizadas deliberadamente, o no, por esos actores. Pero parece que enfrentar realidades califica, o como pragmatismo herramental o como ideologismo meramente teórico (dependiendo quién enfoque el prisma y recorte tramos de racionalidad procesal). Esta gente que gobernó recientemente enfrentó realidades desde sus visibles supuestos ideológicos. Nada hay más honesto, ni tampoco eximido de limitaciones, que eso.
ResponderEliminarEs cierto que muchos que estuvieron distantes de las posibilidades de captura efectiva del poder (la derecha hasta hace 9 meses, la izquierda abusando de su vocación por el fracaso eleccionario y del premio consuelo de ser mero censor), no tenían la más peregrina idea de lo que era gestionar estas realidades modernas (¿cómo evaluar efectividades sobre ese punto, entonces?). Como también es cierto que la nueva y supuesta renovación peronista va por camino errado al desterrar como improbable la gestión de una idea trascendente. Y resulta que venimos de demostrar que sí se podía gestionar en base a ideología (por básica o limitada que ésta fuera).
Anclarse en lo que podría haberse hecho de otra manera conviene, si se desea negar presentes apenas evaporados o evadirse de diseñar creatividades futuras.
Unos quías del Norte le llaman a esa actitud de no ver lo evidente y guarango, disonancia cognitiva (por ejemplo: la padecen tipos que viven a 1 km de un amenazante volcán y renuncian a concebir el peligro al contrario de quienes situados a 5 o 10 km de él, arbitran los medios para preservarse y seguir prosperando). Al igual que con el volcán, negar lo real concreto (lo experimentado recientemente, el por qué de la gobernabilidad pasada y su éxito popular), categoriza, sin dudarlo, como disonancia cognitiva. Saludos.
Gustavo casi siempre coincido con tus escritos, pero me da la impresión que es por ser de la pata no peronista de FPV. No estoy tan seguro que la peronista comparta lo del pragmatismo paradigmático, es más, muchos están factura en mano por el apalancamiento post-125
ResponderEliminarHace tiempo, sospecho, que el análisis político era un poquitìn más complejo, sea por pudor o prudencia, la generalidad de las personas opinaba desde lugares cercanos a la experiencia, a alguna lectura medianamente seria.... en cambio ahora, cualquier pelafustàn sentado frente al televisor "entiende" desde la polìtica mundial, el calentamiento global y los padeceres de una diva fòsil como doña rosa legràn.... sì, sospecho que ahora gozamos de una novedad de època, sea por gusto o impotencia, hablamos, discutimos y opinamos de lo que nos dejan hablar, discutir u opinar.... y hasta no hace mucho no era tan así; digo, tratando de entender la ilògica de las víctimas votando al victimario mauri.
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