¿Cuántos talles de más, a su propia antropometría, se verá obligado a
comprar alguien que vendió sus principios? Porque una cosa es cambiar de
opinión debido al reconocimiento de una propuesta superadora y otra muy
distinta es literalmente trasvasar ideas y comportamientos sin que medien
razones ni argumentos ideológicos en donde el pensamiento haya tenido alguna
cuota de protagonismo. Es una pregunta que siempre me hice debido a que tengo
la leve sospecha que la pesada carga debe ser distribuida convenientemente para
no lastimar las distintas partes del cuerpo. Eso de las contracturas, los
calambres y todo mal que surge cuando se sobrelleva un peso desmedido. Se me
dirá - Esta clase de tipos no se fijan en esos detalles, duermen bien y
andan por la vida como si nada. En todo caso la salvan argumentando que tienen
que comer, mantener a la familia y excusas similares – Lo hago por mis hijos,
me confesó el tipo desde su celular de última generación mientras estacionaba
su moderna 4 x 4.
De todos modos considero que la carga debe ser pesada. Por lo menos
tienen que saber asumir que traicionarse y en consecuencia traicionar tiene a
la larga o la corta el oneroso valor que la conciencia individual y social
siempre suele facturar. En oportunidades cuando uno decide saltar el mostrador
no siempre es acompañado. Hay algunos que prefieren seguir manteniendo cierta
cuota de compromiso consigo mismo, de modo que quién decide arriesgar sus
principios deberá, por respeto a su propia historia, tener la hidalguía de
saber entender a aquellos que lo observan, desde el “otro lado”, con dolor y
desencanto.
En definitiva no deja de ser una decisión de vida. Los traidores saben
claramente lo que dejaron atrás, pero no es menos cierto que ellos también
conocen perfectamente donde están en este momento y es allí en donde esa
postura se pega un terrible palazo contra le pie.
Todo muy lindo, pero los zurdos no nos dan de comer dijo el
empresario... Curioso razonamiento para aquellos que hablan de pluralidad y
demás cuestiones. Pluralidad en tanto y en cuanto el factor limitante dinero no
meta la cola. (Carlitos Abrevaya en el libro Medios Locos nos da una lección
sobre el tema) Y el tipo, debido a una mala maniobra se dio de frente y a cien
kilómetros por hora contra la ley de medios audiovisuales y el nudo esencial
del asunto: la efectiva implementación del sistema. Y bueno tuvo que apechugar
y aplicar la misma política de las corporaciones. Por la guita baila el mono me
dijo otro, ¿Sabés qué pasa macho?... resulta que el disk-jockey puso un tema
que mucho me motiva y no puedo dejar de moverme.
Steven Speilberg sirve como ejemplo. El tipo se la saca a la derecha y a
los tilingos consumistas que habitan este mundo con tonteras comerciales y te
mete la Lista de Schindler, El Imperio del Sol, El Color Púrpura o Salvando al
Soldado Ryan dejándote de culo mirando al cielo. Pero algunos ni eso. Suman,
suman, suman y no dejan de sumar en su galón de excusas llamada cuenta
bancaria. Lo hago por mis hijos dijo Nazarena mientras la cámara le hacía un
excelente primer plano a su oscuro yeyuno.
¿Cuántos bienes estamos dispuestos a resignar por cuestiones éticas?
Complicado el asunto. La sociedad moderna nos presenta incisos poco
menos que obligatorios tras el mascarón que encierra el concepto “calidad de
vida”. El Oriental Eduardo Galeano afirma que en la actualidad a la cantidad de
cosas se la llama calidad de vida presentando una nebulosa en donde cualquier
cosa entra en dicha definición, desde un Hospital público hasta un sistema de
cloacas, desde un Barrio Cerrado hasta un programa de seguridad privado.
Y siempre el sistema nos presentará insumos que provoquen nuestra
victimización a fuerza de la obtención de permisos que mejoren nuestra “calidad
de vida”. De todas formas esta cuestión no deja de representar al paisaje. Son
nuestras defensas las que determinan las capacidades de resistencia y de ese
modo no hacernos pelota a gran velocidad contra el muro de la traición. El
precio para no ser garca no es lo mismo que tener valor y no serlo. El
verdadero valor ético del individuo se percibe cuando la tentación del precio
aparece en el marco de un medio social que nos trata de convencer, de modo
constante, que existe una “calidad de vida” superior, y que la misma está al
alcance de la billetera.
Hace un tiempo cuando Víctor Hugo fundamentaba su irrevocable convicción
en oposición al poder real en Argentina (corporaciones mediáticas y
empresariales) cierto periodista, de modo inquisidor, le preguntaba por qué
razón tomaba esa actitud contraria al sistema en el que estaba inmerso. Simple
respondió el Oriental. “ El asumir y tener conciencia de que todos nos vamos a morir
nos puede dar la chance de entender que somos demasiado efímeros en relación
con la eternidad, y de ese modo dejar a un lado las soberbias e inútiles
aspiraciones muy propias de todo aquel que sospecha ostentar cierto grado de
poder, sobre todo mediático”. Y continuaba.. “ Mis hijos sabrán qué hacer para
defenderse en la vida, los he formado e informado para eso, de modo que no
puedo ni debo utilizarlos como excusa para mis egoísmos y aspiraciones
personales”... Palabras más, palabras menos Víctor Hugo estaba
cacheteando conceptualmente a su liberal y obediente interlocutor, un tal
Longobardi. Hombre que por lo visto posteriormente poco y nada aprendió de
aquel encuentro.
Así las cosas. Darwin nos expuso casi dramáticamente la teoría
evolutiva, tesis que el humano tomó como propia y para sí. Individuos que no se
adaptan al medio con el tiempo se extinguen. Primero son separados de la
manada, luego se los invisibiliza, y una vez olvidados se los combate, desde el
canibalismo, hasta el eclipse final.
El enorme biólogo fue tristemente bastardeado y sus ensayos
constituyeron la plataforma del ordenamiento económico dominante. La mano negra
del mercado de Smith y Ricardo no es otra cosa que el armado del concreto
mecanismo selectivo que impera en nuestra sociedad contemporánea. De ese modo
el equilibrio de los mercados financieros y las urgencias mercantilistas tienen
mayor entidad conceptual que la hambruna africana y las penurias
latinoamericanas. Los zurdos y los crotos no nos dan de comer; el círculo cierra
perfecto. Hasta la autodefinida progresía acepta con gusto los mecanismos de
adaptabilidad impuestos por el poder.
De convicciones y utopías se trata. Los menos, los más fuertes, los que
poseen las defensas éticas más altas serán los primeros en extinguirse debido
al enorme poder que tristemente atesora el dominante y egoísta ordenamiento
cultural contemporáneo. Los fascistas españoles no derrotaron a los
republicanos por mejores o porque tenían razón, ni en el campo intelectual ni
en el campo de batalla, sino porque eran más y tenían mejor armamento.
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