Karl Jaspers afirmó que las situaciones límite son las
que nos permiten abordar las preguntas esenciales. Si aceptamos los términos
del filósofo alemán podemos sentenciar que son las que colocan a las sociedades
en el punto justo para demostrar sus gradientes evolutivas, y hablo de
preguntas, no de respuestas. Me refiero estrictamente al análisis político que
nos compete para determinar qué variables tenemos la necesidad de corregir,
cuáles son las debemos profundizar y si existen aquellas que es necesario
eliminar. Y aquí juegan factores que subyacen en lo profundo de los intereses,
incisos que no siempre laboran a favor de lo colectivo.
Sin menoscabar lo antedicho es oportuno incluir en
nuestros análisis cuáles son los paradigmas y los actores políticos que serán
los encargados para encarar el listado de complejidades. Dicho esto se suele
afirmar que no es recomendable tomar decisiones trascendentes cuando estamos enojados,
y que si tal cosa resulta inevitable uno debe exigirse, en lo posible, duplicar
su inteligencia para que tal enojo quede licuado dando paso al viento de cola
que siempre propone la racionalidad. Yo puedo estar encolerizado por una
situación de la que fui víctima producto de una decisión política del Estado en
la cual no estoy de acuerdo, pero lo que debo analizar es si esa situación que
me afectó puede ser revertida de la misma manera que fue implementada, vale
decir, si el mismo Estado tiene los resortes institucionales para resolver su
desaguisado. Si nosotros, motivados por la ira, quitamos del juego al único que
tiene la posibilidad, la fuerza y las herramientas para corregir sus erratas y
lo reemplazamos por un ente al cual poco le importan las variables internas fundacionales
y fundamentales de nuestra sociedad lo único que estamos haciendo es
desintegrarla, quebrarla en su esencia, vale decir nuestra cólera lo que está
profundizando es la destrucción del concepto Nación.
No existe país desarrollado en el mundo que no proteja su
valor agregado. Y lo hace a partir del Estado, de igual modo, tanto en el campo
de las exportaciones como dentro del mercado interno. Las herramientas que se
utilizan son variadas y van desde un rutinario subsidio protector, pasando por
rígidas limitaciones de las importaciones llegando hasta una sangrienta
invasión. Pensar en el presente que es necesario achicar las potestades del
Estado es entregar nuestras decisiones, es no permitirnos acertar ni
equivocarnos, es declararnos en quiebra social, política e intelectual.
Por eso me permito invitar al
amigo y agricultor Eduardo Molini para que nos ayude a pensar. Texto que es
necesario difundir por lo preciso y por el contenido político que encierran sus
entrelíneas...
OTORRINOLARINGOLOGRIETA: Olfatear, escuchar, hablar…
Los malos entendidos no nos
dejan al menos olfatear que no somos tan distintos los unos y otros. La
maratónica temporada electoral tiene algo que no nos deja escuchar, me refiero
a las coincidencias importantes. Tal vez el tubérculo en la garganta del estadista
que quiere que “cambiemos” haga que tengamos que parar la oreja de Van Gogh y
entender que ellos también tienen pibes para la liberación.... “del dólar”.
Verdes para todos y todas. ¿Es
urgente hacerlo?. Buenos Aires está cubierto de
silos bolsa y los peludos aúllan de hambre. El poroto de oro es atesorado en
estas llanuras como naides en el mundo .Doce primaveras sin el Estado es un
record negativo para la oligarquía que se espantó por la chusma radical en 1916,
que se alió a un embajador norteamericano en 1945 por que la casa estaba tomada.
Prohibir un nombre y fusilar fue la gran solución en 1955, golpes in crescendo
y un genocidio hasta que la evolución del privilegio termino con la Argentina
moderna en 2001.
El mundo les pide a ellos que recuperen para el desquicio
financiero y belicista de la OTAN el octavo país en extensión y una economía
con problemas como en todas partes, pero desendeudada .Como se decía antes,
sepa el pueblo olfatear lo que esconden, escuchar una explicación en contrario compleja,
y hablar el 22 en las urnas.
… y esto corre por mi cuenta:
Para llegar al objetivo corporativo global no hay mejor manera que reducir a su
mínima expresión y si es posible a su desaparición, a los Estados soberanos..
Republicanos!!!
ResponderEliminar¡SIN SOBERANÍA NO HAY REPÚBLICA!...
SE MUERE LA PATRIA!!!