¿El final de un ciclo (que no existió)?





Por Emir Sader – Página 12

Frente a las dificultades que muestran varios países de gobiernos posneoliberales, con cara constrita y voz grave, algunos vienen a lamentar lo que sería el final del ciclo de gobiernos progresistas en América latina, sumándose, una vez más, a las voces de la derecha. Curiosamente, un ciclo que ellos nunca habían reconocido que hubiera existido.
Antes se decía que no había existido ruptura alguna, que los nuevos gobiernos eran la continuidad de los anteriores, tan neoliberales como ellos. La Venezuela de Hugo Chávez reproduciría la de los gobiernos de Acción Democrática y de Copei. El gobierno de Lula sería la continuación del de Cardoso. La Argentina de los Kirchner no se diferenciaría de la de Menem. Los gobiernos del Frente Amplio serían nuevas versiones de los programas de los partidos de la derecha uruguaya. Evo Morales y Rafael Correa serían reediciones de los gobiernos conservadores que los precedieron.
Cuando las trasformaciones operadas por esos gobiernos en sus países han disminuido sustancialmente la desigualdad, la miseria, la exclusión social, aun en el marco de un aumento de esos fenómenos a escala mundial; cuando los procesos de integración regional han debilitado la capacidad de influencia de los Estados Unidos en la región y han proyectado espacios propios de acción; cuando los estados de esos países han recuperado capacidad de acción económica, política y social; aquellas voces se tuvieron que callar, para ahora volver con la idea de que esos gobiernos se habrían agotado.
Pero, ¿qué es lo que significa un fin de ciclo? Lo fue, por ejemplo, el agotamiento del largo ciclo desarrollista a escala mundial y latinoamericana, que llevó a su sustitución por gobiernos neoliberales. Lo fue el agotamiento del ciclo neoliberal, que llevó al surgimiento de los gobiernos posneoliberales.
¿Qué es lo que significaría el agotamiento del ciclo posneoliberal? En el horizonte la única perspectiva es la restauración conservadora, con el retorno al modelo neoliberal, programa propuesto por todos los sectores opositores, todos de derecha. La ultra izquierda, a lo largo de todo el ciclo posneoliberal iniciado hace más de década y media, no ha construido alternativa en ningún lado, no ha ocupado ningún lugar significativo en el campo político, se limita a proclamas críticas y a alianzas con la derecha en contra de esos gobiernos.
Final de ciclo será cuando aparezcan nuevas alternativas, superadoras, en el horizonte político. Será cuando la derecha consiga –si logra hacerlo– una perspectiva conservadora de superación de los gobiernos actuales. O cuando los mismos gobiernos posneoliberales agoten sus propuestas actuales y se propongan objetivos más grandes, por ejemplo, anticapitalistas.
Innegablemente varios gobiernos posneoliberales se enfrentan actualmente a dificultades, mayores o menores. Están afectados por las herencias recibidas de los gobiernos neoliberales, como la desindustrialización, el peso creciente de los sectores primarios exportadores, la hegemonía del capital especulativo, el predominio del neoliberalismo y las políticas de austeridad en escala mundial. Así como otras dificultades que algunos de esos gobiernos no han sabido superar hasta ahora, además de las mencionadas, como el peso de los monopolios privados de los medios de comunicación, el rol del dinero en las campañas electorales, el estilo de vida y de consumo norteamericanos, entre otros.
Lo que termina es una primera fase de los gobiernos posneoliberales, que son los que tienen las mejores condiciones de enfrentar, en forma progresista, siguiendo por el camino recorrido hasta aquí, para garantizar los avances y superar los problemas actuales. Con más integración regional, para favorecer la construcción de una nueva matriz productiva, con nuevas propuestas que permitan la superación definitiva del neoliberalismo.
La derecha seguirá impotente frente a esos avances, mientras la ultra izquierda continúa en su rol de espectadora del desenvolvimiento de la historia real.


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