..a don Alfredo Zitarrosa
Diez Décimas de Saludo al Pueblo Argentino
Recién llegado de quién sabe qué escenario, se ve una silueta
masculina, un hombre vestido con saco
negro, pelo engominado y un cigarrillo a medio terminar entre sus dedos. Dedos
aquellos que supieron empuñar la pluma para escribir canciones, de protesta, de
libertad, de amor, de olvido, de nostalgia.
Se sienta, destapa una botella de whisky y procede a llenar esa copa
que supo comprar en los tiempos del exilio en México, único lugar donde pudo
conciliar un poco de esa calma perdida en su patria platina, de la que fue
obligado a marcharse.
Toma el primer sorbo, apaga la colilla prende otro cigarro y toma la
guitarra. La visión es borrosa, se hace difícil tocar si no se distinguen las
cuerdas ni los espacios; otra vez, el
alcohol. Aquel sedante de sus pesares lejos de Montevideo, aquel transporte
hacia los recuerdos de su vida alegre y combativa en Uruguay, terminó por
consumir al hombre.
_Hermano, por querer esfumarme hacia otro sitio, aunque sea en la
ilusión, me he convertido en un dependiente de tu esencia, tus cadenas me han
atado como un esclavo de tu entidad_.
Si hasta suena paradójico, quien ha sido un anarquista romántico, un
desmembrador de cadenas opresoras que atan al sujeto a no moverse, como un vil
criminal que no se le permite ver la luz del sol. A ese hombre, lo venció un
simple vicio, por querer olvidar su destino de viajero errante y desterrado.
Libertario empedernido, cantor popular, consuelo de desconsolados,
refugio de oprimidos. El mismo que vivió su vida para alcanzar la libertad y
otorgársela a sus hermanos, se vio signado por la dependencia, condicionó su
sueño, porque a él le negaron el suyo.
Termina el whisky, se levanta de la mesa y se toma el pecho. Camina
hacia el teléfono, se desploma. No se mueve, pero de su mano izquierda, se ve caer, abollada,
fruto de ser aferrada mil y una vez, una foto de José Artigas.
enorme Zitarrosa, tantas verdades en diez decimas
ResponderEliminar