SI VAS A PARAR MAÑANA O ESTÁS DISCONFORME CON EL GOBIERNO, ESTE POST ES PARA VOS....



Las tres cartas que entre diciembre de 1974 y marzo de 1976 difundió René Salamanca, Secretario general del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor SMATA, seccional Córdoba, a partir de su recuperación por el Movimiento de Recuperación Sindical (MRS-Lista Marrón) integrado por agrupaciones clasistas y combativas en mayo de 1972. Reelegido a su conducción en mayo de 1974, Salamanca fue secuestrado y “desaparecido” por un "grupo de tareas" golpista en la noche del 23 de marzo de 1976, horas antes del golpe de Estado



Carta abierta

A los compañeros trabajadores

Diciembre 1974



Me dirijo a los mecánicos de Córdoba, y a toda la clase obrera y el pueblo en general, por dos razones. Porque se me hacen ataques que además ofenden al grorioso proletariado mecánico cordobés, y porque el país vive momentos decisivos que exigen la reflexión profunda.
En el país se ha ido creando una situación golpista, como en 1955. Eso obliga a definirse con claridad a todo el mundo.
Y yo ya estoy definido: yo estoy contra todo golpe de Estado, venga de donde venga. Y para ser más preciso, afirmo que frente a ese golpe que hoy se cocina en la Argentina, yo llamo a los compañeros mecánicos y al pueblo a defender la voluntad popular, defender el gobierno de la señora Isabel de Perón, en el camino de la liberación definitiva del pueblo y de la patria. Como obrero y dirigente mecánico digo que estaré en esa trinchera, y que iré a la cabeza, como siempre estuve a la cabeza en el combate con mis compañeros.
Son dos los golpes de Estado que actualmente nos amenazan. Uno es el que empujan los sectores proyanquis quienes, derrotados con la dictadura militar, no obstante reagrupan sus fuerzas, se emboscan y trabajan en el desgaste progresivo del gobierno. Pero el otro golpe, el más activo y peligroso en este momento, es el que empujan los amigos de la otra superpotencia imperialista, los amigos de la Unión Soviética. Estos se montan en los sentimientos antiyanquis y democráticos de sectores populares y de las FF.AA. para propagandizar y organizar un supuesto golpe “progresista”, al que también llaman “constitucionalista” o “peruanista”. Sin embargo nadie se engaña: detrás de esa alternativa están el Lanusse de Trelew, el Carcagno que reprimió el Cordobazo, el Gelbard del “Pacto Social”y de la superexplotación de los trabajadores; están muchos gorilas y oligarcas que hoy ven en la URSS un “socio” para sobrevivir a costa del pueblo.
Y en ningún sentido debemos hacernos ilusiones, porque cuando esos personajes salgan a la calle va a ser también para reprimir salvajemente, porque será también un golpe contra nosotros, y por eso abrirá un oscuro período histórico, como el que vivimos los obreros desde 1955. De esa sangre ya tenemos claros ejemplos: tanto el terrorismo de derecha de las “3 A”, como el de los grupos que se dicen “socialistas” y actúan al margen de las masas, sólo persigue debilitar al gobierno y atemorizar al gobierno, queriendo inmovilizarnos mediante el terror o el crimen.
Ambos golpes impulsan e instrumentan ese terrorismo, frente al que siempre nos pronunciamos en contra. Y ambos golpes aprovechan también las debilidads y errores del gobierno de la señora Presidente, errores producto de un apolítica que no va a fondo contra los principales enemigos del pueblo y de la patria: los imperialistas yanquis y los terratenientes y grandes capitalistas a ellos asociados. Por eso vemos que el gobierno sigue adelante con la represión a través del Estado de Sitio, que golpea y desarma a las masas, y que sólo la clase obrera será capaz de ponerse al frente del pueblo para aplastar al golpe prosoviético o proyanqui.
En esa situación se intenta confundir sobre lo que es el SMATA-Córdoba; se intenta desvirtuar que con nuestra conducción se implantó la democracia sindical, se saneó al gremio, se conquistaron muchísimas reivindicaciones, y se rompió en nuestra última larga lucha la congelación salarial, lucha tan justa que luego fue reconocida nacionalmente con el reajuste otorgado a todos los trabajadores del país. En el desarrollo de este último conflicto, dijimos una y mil veces que no peleábamos contra el gobierno de Isabel, pese a que hubieron sectores que quisieron instrumentar nuestra lucha en esa dirección. Ello consta en solicitadas de prensa y telegramas enviados a la Presidencia de la Nación. En todas las asambleas, y en muchas oportunidades, yo me pronuncié contra las dos superpotencias que se disputan el mundo y su politica agresiva, expansionista e imperialista, Y también contra el terrorismo.
¿Por qué entonces dice Lacabanne que yo soy “cobertura” de la guerrilla, cuando la propia justicia federal ha sobreseído por falta de mérito a los compañeros directivos presos, que fueran acusados de lo mismo? ¡Qué clase de peronista es Lacabanne, que en vez de denunciar con nombre y apellido a los golpistas y sus cómplices en Córdoba me ataca a mí, que siempre sostuve claras posiciones antigolpistas? Esas actitudes, objetivamente, persiguen la confusión, favorecen el golpe  y debilitan la trinchera obrera y popular para esta batalla que se avecina.
Y soy más claro: yo me pregunto, cuando haya que luchar contra el golpe concreto, ¿qué harán peronistas como Lacabanne, García Rey, José Rodríguez y Lorenzo Miguel? Entonces, muchas caretas van a caerse, pero también entonces ténganlo por seguro, esté donde esté, yo no voy a rehuir mi responsabilidad histórica. Ahora, tomando por testigos a todos los que me han conocido en el corazón de nuestras gloriosas movilizaciones, afirmo que ocuparé mi lugar junto a los obreros y el pueblo, contra cualquier imperialismo que quiera sacar partido de nuestra patria.
Entonces, ninguna confusión. Nosotros, desde mayo de 1969, somos la auténtica vanguardia del proletariado argentino, somos quienes hemos desarrollado las experiencias más a fondo. En nombre de ese pasado y ese sentimiento, en nombre del orgullo de los  mecánicos, y de una voluntad antiimperialista inclaudicable, vamos a denunciar y derrotar a los golpistas, vamos como en el Cordobazo a seguir abriendo un verdadero camino hacia el futuro de la clase obrea y el pueblo, y su alternativa de liberación independiente, nacional y profunda. Así lo haremos, por el respeto a la voluntad popular contra todo golpe, por la nueva recuperación del gremio, por la libertad de nuestros queridos compañeros presos, por el levantamiento de las capturas, por el respeto de las liebrtades democráticas, por todas las reivindicaciones de los mecánicos y de los trabajadores en su conjunto.
Siempre dije, compañeros, que es preferible perder el gremio a resignar nuestras reivindicaciones. ¿Para qué sirve un gremio si no para obetener triunfos? Esto lo recuerdo porque en el futuro, sin duda, a nuestro SMATA lo podemos perder muchas veces. Pero también estoy seguro que con la participación de todos lo vamos a recuperar tantas veces como lo perdamos, y vamos a triunfar sobre los enemigos de los trabajadores y de la patria, como lo señala nuestra tradición y nuestra realidad, nuestras conviccioes y nuestra vida.
Con el espíritu y la fe de siempre, llamo a lucha para poder tener con nosotros en Año Nuevo a los compañeros presos, y hago votos para que 1975 nos depare grandes triunfos y conquistas. Un gran abrazo.





Carta a los compañeros trabajadores

Tareas de la clase obrera para frenar el golpe y profundizar la liberación

Octubre 1975



Los obreros argentinos no podemos reflexionar hoy fuera de un marco concreto: la patria está en peligro; como en todas las horas decisivas (como en el 30, el 45, el 55, el 66 y el 69) tenemos frente a nosotros dos opciones. O se profundiza la dependencia del imperialismo, el poder de los monopolios y los terratenientes y la superexplotación popular, o se profundiza la liberación, la marcha revolucionaria del pueblo con los trabajadores a la cabeza. El primer camino es el camino del golpe contra el gobierno peronista de la señora Presidente, golpe que puede ser proyanqui o prorruso, porque las dos superpotencias conspiran y buscan someternos. El segundo camino es el de la lucha antigolpista, para aplastar a los conspiradores y avanzar a fondo en las tareas de la liberación y la unidad de los patriotas. Yo creo que ésta es, en la actualidad, la gran misión histórica que tenemos por delante los obreros. Y también digo que, derrotados parcialmente los yanquis que encabezaba Onganía por las luchas populares nacidas con el Cordobazo, son hoy los sectores prorrusos los principales conspiradores, quienes desarrollan el plan golpista que está en curso. Terratenientes como Lanusse, grandes burgueses testaferros como Broner y Gelbard, traidores como Luder, milicos gorilas como Anaya y Massera, y jerarcas como Miguel, Herreras y Rodríguez son los principales eslabones de esa conspiración que trata de reemplazar el amo yanqui por la URSS, donde desde 1956 han enterrado las banderas de Lenin y el proletariado para restaurar el capitalismo. Por su parte, la señora Presidente tiene clara la cuestión de las dos superpotencias, pero no enfrenta el golpe con profundidad, concilia ¾en el plan Rodrigo¾ con monopolios y terratenientes, y no se apoya en el auténtico patriotismo de las grandes masas. Por eso la han ido rodeando, por eso alientan los golpistas su relevo y la integración después de un gobierno “cívico-militar”. Pero yo creo que serán derrotados, que el movimiento obrero de mi país va a estar a la altura de su tarea histórica, y es en ese sentido que como aporte deseo revisar y trasmitir mi propia experiencia, la del SMATA cordobés.

Política de los sectores prorrusos en el movimiento obrero

Los sectores prorrusos, que favorecen la entrega de la patria al socialimperialismo de la URSS, trabajan en el proletariado por medio de dos grandes corrientes revisionistas: la PC, y por otro lado el trotskismo en sus dos vertientes, la ortodoxa y el terrorismo, que hacen un doble trabajo de política y de reclutamiento para las acciones directas. De todos modos, el eje fundamental es sembrar el apoliticismo; éste constituye una línea de la burguesía en el movimiento obrero, difundida en su época por los anarco-sindicalistas, por el sindicalismo amarillo y, en cierto modo, también por los socialistas. En tanto que en el peronismo este rasgo se da, pero contradictoriamente; desde un ángulo se lo estimuló con la conciliación de clase (por ejemplo la consigna: “Del trabajo a casa y de la casa al trabajo”), pero desde otro su carácter antiimperialista y las necesidades políticas obligaron al peronismo a politizar las luchas de los trabajadores en momentos claves, como en 1945 o en los años de la resistencia.
Los prosoviéticos, como burgueses que son, tratan de aprovechar esos factores. Su objetivo es diluir la lucha política independiente del proletariado, sembrando la conciencia economista y aprovechando si pueden las justas luchas económicas para su política por arriba. Un ejemplo reciente es que, mientras los trabajadores luchaban por la homologación de los convenios, la trenza de jerarcas montaba el dispositivo golpista impulsando la asunción de Luder en el Senado, preparando así el “golpe constitucional” contra la señora Presidente. En los sindicatos, con el pretexto de la “unidad” de toda la masa, proponen el “no hacer política”, fomentando el sindicalismo y el economicismo.
En sus variantes trotskistas más incendiarias e “izquierdistas”, empujan como principio la idea de lucha, lucha y lucha por las reivindicaciones, sin enmarcarlo en lo político. Para ver aquí otro ejemplo notable, recuerdo que en Grandes Motores Diesel ocuparon en junio la planta por 72 horas con motivo de las paritarias, pero en política ante el ingenuo asombro de los activistas trotskistas el conflicto fue capitalizado por Armentano y Lacabanne, como punta de lanza de la movilización de la CGT en Buenos Aires. Eso ocurre cuando una dirección sólo impulsa la lucha económica, que en definitiva puede ser capitalizada por cualquiera. Así, en estos casos las aprovecharon los prorrusos, pero también puede favorecer a los yanquis; el conflicto económico planteado en la mina El Teniente, en Chile, sirvió para la acumulación del golpismo proyanqui, que desembocó en la dictadura asesina de Pinochet. La falsa unidad, la absolutización de lo económico y, a la vez, la minimización de la política son rasgos generales del “clasismo” que ellos definen. En Villa Constitución practicaron el economismo progolpista, buscando también empalmar los hechos terroristas con el movimiento de masas; el peligro de la preponderancia de esas ideas yo lo expresé a los cuerpos orgánicos de esas fábricas, y al propio Piccinini, en varias discusiones durante 1974. En el caso de Sitrac-Sitram, también observamos un ejemplo de instrumentación, cuando la justa lucha contra la dictadura proyanqui, en el Viborazo, terminó con el recambio palaciego de Lanusse. En esta experiencia, luego, se cayó en un economismo desenfrenado y en una política proterrorista que condujo a su liquidación; los voceros de algunos grupos armados decían: “Trescientos despidos, no importa, son trescientos nuevos guerrilleros”. Así el terrorismo, con su línea aventurera e instrumentable desde arriba, destruye la posibilidad de acumulación del movimiento obrero, y en este plano liquida todo lo que toca. En nuestro SMATA lo vimos actuar con las mismas intenciones, contribuyendo con los asesinatos de Goya y Swuin al plan general prosoviético de rodearnos y desplazarnos. Pero el hecho de que entre nosotros nunca fueron hegemónicos lo señala que hoy el SMATA sea un bastión antigolpista, mientras donde ellos desgraciadamente dirigieron no han dejado nada, sólo ideas negativas para los trabajadores.

Tácticas en el SMATA cordobés

En el SMATA Córdoba la política prorrusa trabajó con dos tácticas sucesivas. En la primer [comisión] directiva, de mayo de 1972 a mayo de 1974, buscaron hacer una dirección gremial sindicalista, sin definiciones políticas e invocando la unidad. Su ambición entonces era convertir al SMATA en un gremio sin perfil, segundón de Luz y Fuerza. En la segunda directiva, batida el ala PC que como partido apoyó a la Lista Naranja fue dejada el ala trotskista, con la que trataron de dividir a la masa y aislarnos a nosotros. En ese sentido produjeron varios hechos:
· En el “navarrazo”empujaron la expulsión de los delegados peronistas del Cuerpo de Delegados, acusándolos de “fascistas”. Su objetivo era crear la falsa división “fascismo-antifascismo” o, con más precisión, “peronismo-antiperonismo”, dentro de la más tradicional línea gorila. Pero este intento fue desmantelado por nosotros.
· En la integración de la Lista Marrón de 1974 hicieron lo imposible por sectarizarla e impedir la inclusión de compañeros peronistas, pese a nuestra batalla por compartir responsabilidades con compañeros peronistas y radicales.
· Durante la campaña electoral, y sobre todo después del triunfo de mayo del ’74, se continuó estimulando la división de la masa. El 11 de mayo, cuando se anunciaron los resultados del escrutinio en Luz y Fuerza, Nájera, de Vanguardia Comunista, y Palacios de la junta electoral, se lamentaron señalando que se había ganado por 1.000 votos, pero que en el SMATA quedaban “3.000 fachos”. Yo dije que quedaban 3.000 compañeros peronistas que habían votado a la Lista Gris, y con quienes debíamos soldar la unidad. Por su parte, poco después el trotskismo con pasividad nuestra evaluó equivocadamente que los cuatro mil votos marrones eran votos “contra Perón”. Y empujó a nivel de activo los reproches de los marrones a los compañeros peronistas, introduciendo concretos gérmenes de división.

El verdadero clasismo

Habiendo conocido, convivido y luchado contra estas corrientes a veces no con la política más justa afirmo que el verdadero clasismo impone que los obreros dirijan la lucha por la revolución nacional y democrática, en marcha hacia el socialismo. El verdadero clasismo no diluye la política detrás de la “unidad” ni de las “reivindicaciones”; pelea en cambio por los objetivos concretos del proletariado a la cabeza del combate por la liberación. El verdadero clasismo pone la política antigolpista, antiimperialista y patriótica al mando, y bate sin cuartel al revisionismo sindicalista y economista. El verdadero clasismo reitera hoy la necesidad de recuperar los cuerpos de delegados, las comisiones internas y los sindicatos, desde la lucha antigolpista en concreto, desde la derrota de los jerarcas y los divisionistas prorrusos, en el camino de profundizar la liberación, de acaudillar a todo el pueblo contra las superpotencias y sus cómplices, terratenientes, monopolios, jerarcas y poderosos. El verdadero clasismo acentúa la bandera de la recuperación, pero con la política al mando, con el objeto de derrotar al golpe. Así los traidores serán barridos, así vertebraremos movimientos de recuperación sindical de masas y no de activo como quieren los prorrusos. Así construiremos el frente único en la clase obrera, aglutinando desde las definiciones patrióticas y antigolpistas a peronistas, radicales, comunistas, socialistas, patriotas, y desde allí el proletariado avanzará a articular el frente único popular contra el golpe y las superpotencias.
Toda lucha reivindicativa tiene que estar impregnada de política a fondo. La política permite no confundir al enemigo principal, siendo hoy los rasgos generales de un marco político la lucha antigolpista y las diez medidas y cinco reclamos propuestos por el Partido Comunista Revolucionario, entre lo cual figura la nacionalización de los monopolios yanquis y golpistas, la confiscación de las tierras de los terratenientes, la nacionalización del comercio exterior y la banca y, entre otros aspectos, dar tierras y créditos a los compañeros del campo.

El conflicto de 1974

Quiero ser claro en una idea: los responsables directos, los que nos vieron como enemigo irreconciliable y provocaron nuestro desplazamiento en la conducción sindical del SMATA Córdoba, fueron los sectores prorrusos. Usaron contra los obreros mecánicos, y hay que subrayarlo, buena parte de los resortes de poder que tienen acumulados en la Argentina. Desde el punto de vista agresivo actuaron muchos que en el ’66 aplaudieron a Onganía y hoy están en el golpe contra Isabel; así Otero desde el Ministerio de Trabajo, Rodríguez desde el SMATA nacional y Miguel desde las 62 Organizaciones. Las empresas se plegaron al juego que les dictaba Gelbard, el testaferro de ALUAR, y hasta se usó a funcionarios de segunda línea, como el juez Hairabedián, un empleado de Brunello  y de otros oscuros personajes.
Sin embargo, hubo una maniobra mucho más aviesa y peligrosa para el movimiento obrero que ¾como en parte lo hemos explicado¾ consistía en rodear al SMATA, en usar por un lado al trotskismo desde adentro, y al aparato de Tosco y Firmenich desde la periferia de esa dirección para aislarla de la masa peronista. La táctica de los prorrusos era, como dije, sembrar falsas polarizaciones. Y en ese sentido tuvieron éxito, tanto que el 24 de septiembre [de 1974], en la famosa asamblea de Santa Isabel, un sector mayoritario de la masa mecánica resolvió aceptar la reivindicación salarial y hacer un compás de espera en lo referente al avasallamiento de su conducción por Otero-Miguel-Rodríguez. ¿Esto pasó por desgaste, por agotamiento económico o por política? Yo digo que, fundamentalmente, pasó por razones políticas; la gente nos vio en realidad cercados y pensó: “Seguramente Salamanca también está en la joda”. Nosotros no fuimos claros ni a fondo, no le hablamos a la masa en términos políticos precisos, y entonces la masa nos vio dentro del golpe, como a Firmenich y Tosco, nos vio contra el gobierno peronista. Entonces los mecánicos, oponiendo a la situación su política patriótica, antigolpista, prefirieron esperar y no luchar por su dirección.
Por dificultades objetivas (es decir, por el cerco que iba desde el ministro prorruso Gelbard, a Otero, Rodríguez, Miguel, Brunello, Tosco, etc.), y por el peso en nosotros de ideas revisionistas, no fuimos a fondo, no pusimos la política al mando. Los términos de unidad de los mecánicos cordobeses comienzan a restablecerse desde el 26 de diciembre de 1974, cuando entra a las plantas una carta mía donde se define la lucha contra el golpe proyanqui o prorruso, y la defensa del gobierno peronista de Isabel Perón contra la conspiración de los dos imperialismos. Entonces, en base a la política, por un lado se nuclea lo patriótico antigolpista que es realmente la masa, y por otro los sectores minoritarios prorrusos y propatronales. Eso abre ahora el camino de la recuperación, aunque haya dificultades no superadas que todavía no permitieron esa meta y la libertad de nuestros presos. Empero, el ejemplo primero de Perdriel, luego repetido masivamente en Santa Isabel, en que se toma a fondo la idea antigolpista y el concepto de que los platos rotos los paguen los yanquis y los terratenientes, indican un modelo de la política al mando, de combinación de lo reivindicativo con lo político hacia la profundización del camino liberador, y de que así y sólo así se bate a los golpistas que pretenden montarse en las luchas del proletariado.

Peronistas y comunistas revolucionarios

¿Qué está pasando en el movimiento obrero argentino hoy, qué perspectivas se abren para el futuro? Lo cierto es que el general Perón dejó corporizadas en los trabajadores un conjunto de ideas, que forman parte de su conciencia política y de las banderas del justicialismo. El valor de las reivindicaciones, la amenaza de la antipatria imperialista, de las dos superpotencias y nuestra pertenencia a los pueblos del Tercer Mundo, son algunos de esos elementos. Yo no creo como los aventureros prosoviéticos en la “desperonización”; los compañeros peronistas no van a dejar de serlo para convertirse en “miguelistas”, “herreristas” o “camporistas”, y su dirección natural, quien continúa y representa a Perón es la señora Presidente. Yo creo que los compañeros son peronistas por un proceso profundo, que respetamos, pero también sé que la necesidad del combate contra el imperialismo y el golpe, de profundizar la liberación, conllevan otros conceptos: la dirección del proletariado en ese proceso, la necesidad de aplastar al enemigo con el pueblo en armas, la articulación del frente único popular contra el enemigo principal, la existencia de un fuerte y gran Partido que desarrolle esa política. La necesidad histórica de estos rasgos para triunfar, llevará a los trabajadores a la negación crítica de su experiencia anterior para avanzar a un nivel superior: el marxismo-leninismo. Y nosotros, los marxistas-leninistas, comunistas revolucionarios, empalmamos con esa corriente negando y superando en los esencial las ideas y prácticas revisionistas, aplicando así el marxismo-leninismo a la realidad de nuestro país. Así luchamos por el fin de la dependencia, por la revolución democrática y nacional, y nos unimos a los compañeros peronistas y los demás patriotas contra el golpe de las superpotencias.

Esto tiene un destino ancho, y puedo asegurar que muchas de las conclusiones que he expuesto de nuestra experiencia en el SMATA cordobés no han sido de fácil resolución; a la luz de la vida y la política hemos pensado nuestra práctica y hoy lo escribimos, con la convicción de que ha de ser útil para el movimiento obrero. Porque reitero: tenemos por delante dos caminos. Yo sostengo que al golpe se lo puede derrotar, que nuestras tareas históricas los obreros las vamos a cumplir, que el pueblo argentino no quiere ser ni Chile ni Checoslovaquia, que yanquis y rusos serán aplastados, que a los trabajadores no nos desarmarán ni desmovilizarán los que quieren montarse en nuestras reivindicaciones y nuestro patriotismo. Finalmente, a los compañeros de Córdoba con los que deseo volver a reunirme, como en las horas más gloriosas y al lado de nuestros queridos presos, y a los compañeros del país a quienes llegue mi mensaje envío un fuerte abrazo. Y con fe en el futuro, en la patria y en la clase obrera reafirmo una consigna: sépanlo traidores, asesinos a sueldo del imperialismo, enemigos del pueblo, aunque nos cueste sangre, OTRO ‘55 NO PASARÁ.






A los compañeros mecánicos
Extractos de la carta publicada originalmente en Nueva Hora Nº 221, de la semana del 16 al 22 de marzo de 1976.



(...)Hoy reafirmo lo que comencé a expresar en planta en la carta de diciembre de 1974: los trabajadores argentinos tenemos, como tarea principal, luchar contra el golpe imperialista, prorruso o proyanqui, que se cierne en la patria. Los trabajadores y el pueblo, defendiendo nuestras reivindicaciones y el gobierno de Isabel, profundizamos el camino de la liberación.
Cuando la posibilidad de que las botas gorilas vuelvan a la calle es un hecho, cuando los aviones de Morón ya volaron sobre la Plaza de Mayo, nuestras palabras resultan más claras. Sin embargo, no faltaron quienes —encubiertos o no— trataron de confundir a los compañeros. Algunos, coincidiendo con la oligarquía del diario La Nación, dijeron que yo “deliraba” o que era un “sectario”. Otros afirmaban la “inexistencia” del imperialismo ruso (o socialimperialismo) y me llamaban “traidor”. Pero ahora nadie puede desmentir que la cuestión del golpe proimperialista y gorila es lo que divide aguas en la política argentina, y solo se está en una trinchera: o en la del golpe que es la de la antipatria, o en la del antigolpe que es el avance liberador.
(...)Rusos y yanquis se disputan el mundo y tratan de ganar mercados, zonas de influencia y privilegios estratégicos. Y dentro de esa pugna, la Argentina es un bocado especial por sus enormes riquezas, su ubicación en el Atlántico y porque controla el Estrecho de Magallanes, paso obligado al Pacífico en caso de ser bombardeado o bloqueado el Canal de Panamá.
Todo esto está en juego aquí, y forma parte del conjunto de causas por las cuales las superpotencias y sus “socios” —oligarcas, monopolios, grandes burgueses, milicos gorilas y jerarcas sindicales “amigos”— empujan la caída del gobierno nacionalista de la señora presidente. Yo no digo que Isabel no se equivoque, yo no digo que su política sea la mejor para enfrentar a los imperialismos. Pero digo, sí, que resiste, forcejea y trata de no entregarse y que, en ese sentido, cuando los que quieren derrocarla son, como en 1955, los enemigos de la patria, su caída será un retroceso y un avance de las superpotencias en su afán de conquista.
(...)La vida nos enseña que, así como no hay imperialismo “bueno”, tampoco puede haber golpismo “bueno”. El golpe, sea prorruso o proyanqui, tiene un solo camino para la Argentina: superexplotación popular, dictadura terrorista, entrega de la riqueza nacional y más hambre para los sectores populares.
 Por eso creo que los trabajadores debemos estar al frente siempre.
(...)En lo económico, ir a fondo significa luchar por nuestras reivindicaciones —paritarias, farmacia, transporte, equiparación, etc.—, pero además proponer y empujar medidas nacionalistas profundas que obliguen a pagar la crisis a sus verdaderos responsables. Esto es: expropiar los monopolios imperialistas y los latifundios de los terratenientes, desconocer la deuda externa contraída por los gobiernos entreguistas, control obrero de las empresas nacionalizadas, entrega de tierra a los campesinos pobres y medios, concesión de créditos a la pequeña y mediana industria nacional, etc. Esas medidas, en el marco de la movilización, y la unidad patriótica de las grandes masas, enfrentando a los golpistas sin vacilaciones en el terreno en que sea necesario, son la verdadera garantía de la derrota de la antipatria y de la profundización del camino liberador.
(...)Estamos construyendo de hecho —y debemos consolidar aún más— una poderosa corriente patriótica y antigolpista.
(...)Yo propongo que los mecánicos, como en tantas otras ocasiones seamos la columna vertebral, los caudillos y el término unificador de la clase obrera y el pueblo de Córdoba contra el imperialismo, y concretamente ahora, contra el golpe de Estado amenazante.
Pienso, compañeros, que esa es nuestra auténtica tarea frente a los graves momentos que vive la patria en peligro. Digo estas palabras con la franqueza de siempre, con la voluntad que ustedes conocen: estuve, estoy y estaré a la cabeza. Sé que se aproximan circunstancias definitorias para el futuro, pero sé también que muy pronto, como en los inolvidables días del Córdoba Sport, volveremos a estar juntos; sé que en la hora del triunfo podré abrazar a mis compañeros mecánicos y a nuestros hermanos presos. Pienso en el pasado, en todo lo que hicimos, y mi corazón se fortalece, compañeros.
¡Viva la Patria!
René Salamanca

Comentarios