LA NACIÓN LE TOMA EL PELO AL 99% DE LA POBLACIÓN ESTIMULANDO LOS DESEOS MEDIOPELO. UNA ZONCERA MÁS PARA LA LISTA




(Se aclara que este modelo de vida no es socializable)






ME TOMO EL AÑO

Parar la pelota y lanzarse a 365 días sabáticos: cada vez más gente se anima a una práctica que incluso, ya es fomentada por las empresas que buscan innovación

Hubo días de angustia, por varios motivos, recuerda Esteban Brenman, un empresario que, en 2013, decidió tomarse un año sabático para reinventarse y mirar su carrera desde otra perspectiva. "Sentís culpa y miedo por no estar generando dinero, por bajarte de un tren que quizá no pase más, por no estar «aprovechando» el tiempo", dice Brenman, de 40 años, uno de los fundadores de la famosa Guía Oleo con recomendaciones de bares y restaurantes.
Durante doce meses, el emprendedor fue encarando viajes que surgieron sin planificación: a Rusia con amigos, una recorrida por la Ruta 66 de los Estados Unidos con sus hermanas y su papá, cuatro meses en Uruguay sin luz ni agua y un viaje a Japón con su mujer e hijas. "Dejé descansar la tierra durante este tiempo para que florecieran cosas nuevas. Y funcionó. Recuperé la motivación que largos años de trabajo ininterrumpido habían horadado", cuenta Esteban, que divide su rutina entre un proyecto comunitario de arte en La Boca y una nueva iniciativa online, Tril, una red social de recomendaciones.
Varias de las sensaciones que describe las experimenta hoy mismo Claudio Medín, en pleno sabático, a los 51 años, luego de vender el estudio de grabación que tenía en Capital. Medín volvió a tocar el piano, a hacer yoga y a navegar, algo que le fascina y que dejó de practicar cuando, en sus veintipocos, entró de lleno en el mercado laboral. "Lo recomiendo muchísimo, pese a que abandonar las formas que tiene la cotidianidad puede generar incertidumbre", dice.
Si la vida fuera un partido de básquet de la NBA, con todas sus presiones y urgencias, los "tiempos muertos", o en este caso períodos sabáticos, sirven para replantear la estrategia, un barajar y dar de nuevo que permita recuperar la inspiración, la fuerza y la motivación.
Los sabáticos parecen ser, según las fuentes consultadas, períodos más "vivos" que nunca, y definen una tendencia en ascenso que ya excedió el campo tradicional de los académicos o los religiosos ("sabático" viene del hebreo "sabbath", el séptimo año en que se dejaban descansar las tierras, viñas y olivares). "Empresas como Mars, General Mills o Hallmark tienen políticas específicas de sabáticos para sus empleados", explica Andrés Hatum, profesor del IAE y especialista en recursos humanos e innovación. "Se valora la posibilidad de dar un giro; con la necesidad que existe de creatividad en las empresas, es una buena práctica. Compañías anquilosadas tienen una gran oportunidad acá", marca Hatum.
En variantes menos extensas, firmas como Google o 3M dejan un porcentaje de tiempo "libre" (entre el 10% y el 20% de la jornada laboral) a sus empleados para que encaren proyectos propios, en tanto que Ferran Adriá, el célebre cocinero español y dueño de El Bulli, cierra su local seis meses al año para irse a experimentar con su equipo. En un mundo tan cambiante, un sabático puede ser ideal para tomar cursos y ganar nuevas habilidades: es muy probable que aquellas que se aprendieron a los 20 se vuelvan obsoletas a los 40 o 50.
Uno de los mayores promotores globales de esta práctica es el diseñador austríaco Stefan Sagmeister, quien cada siete años cierra su estudio en Nueva York y graba un mensaje de contestador telefónico que avisa a los clientes que la empresa reabrirá en doce meses. No rompe esta regla por nada del mundo: ni siquiera accedió a hacerle un afiche a Obama en su última campaña presidencial, porque coincidía con el sabático. La cuenta de Sagmeister es simple: "Hoy tenemos una estructura promedio en la que estudiamos hasta los 25, luego trabajamos por cuarenta años para retirarnos a los 65. ¿Qué pasa si tomamos prestados cinco años del retiro y los vamos intercalando a lo largo de los 40 años de trabajo?", cuenta el diseñador en una charla TED de 2009 que ya vieron dos millones y medio de personas, y el auditorio se viene abajo.

Todo bien con Sagmeister, su mensaje es muy motivador y tiene fanáticos en el mundo, pero... ¿qué pasaría si una Pyme del Gran Buenos Aires, en lugar de un estudio top de diseño, graba un mensaje telefónico diciendo que cierra por un año? ¿O si un joven argentino que ingresa en una empresa pone entre sus condiciones "un sabático cada siete años"? En otras palabras, ¿es esta práctica del "nuevo retiro" sólo un capricho de gente con mucha plata que puede permitírselo?
La increíble historia de Joaquín Dulitzky, que ya tuvo dos sabáticos en su vida adulta y empezó de cero -a nivel económico- en ambas ocasiones, parece sugerir lo contrario. En 2001 estuvo a punto de salir a flote con una empresa puntocom, Abanico, que llegó a tener más de 20 empleados, pero debió cerrarla con la crisis y la devaluación. Por esa época murió su padre, y Dulitzky, un licenciado en Administración de la UBA con especialización en finanzas en los Estados Unidos, resolvió tomarse cuatro meses en Brasil. "Tenía deudas y patrimonio negativo, hice un curso de masajista y trabajé en la playa", cuenta a LA NACION.
La experiencia lo marcó y fue el preámbulo hacia un sabático más ambicioso, que concretó varios años después. Entre 2002 y 2009, Dulitzky hizo carrera en Denver en la banca de inversión de Merrill Lynch. Un día, su esposa Carolina le informó que no renovaría su contrato como presentadora de noticias de la televisión mexicana y lo convenció de sacar un pasaje de ida a África, para hacer una experiencia de voluntariado.
Durante catorce meses, ambos trabajaron en orfanatos de Mozambique y Tanzania, y ayudaron a gente en situación de pobreza extrema en India, Buthan e Indonesia. Donaron todo el dinero que habían ahorrado: compraron libros, ropa, comida y remedios en cada lugar que visitaron.
"Sé que puede sonar a un cliché, pero es realmente muy liberador darte cuenta de que de verdad no necesitás para nada cosas que antes creías indispensables, como bienes materiales, éxito laboral o flujo de dinero", argumenta Dulitzky, que planea repetir la experiencia cada ocho años.
Hoy maneja un fondo institucional desde Miami, tiene dos hijos chicos (Dante y León, de tres meses y dos años y medio, respectivamente) y sigue donando buena parte de su ingreso a las causas que descubrió en carne propia en los lugares más postergados de África y Asia.
Como gerente de una empresa de seguros, Luis Jurado estaba acostumbrado a cuantificar riesgos y asignarle probabilidades a escenarios de incertidumbre. Por eso, tomarse un sabático sin mucha planificación junto con su novia, para viajar y tomar trabajos temporales en distintos lugares del mundo que le permitieran vivir de manera simple, fue toda una novedad para este ex ejecutivo de 34 años que hace un par de meses renunció a su empresa y descubrió que "existen los almuerzos de más de una hora".
"Vamos sin tener todo cerrado, para darle lugar a lo inesperado, a la incertidumbre, palabras que en economía son casi una mala palabra."

En un capítulo de la serie Mad Men, uno de los socios de la agencia de publicidad, Roger Sterling, entra a una oficina en la que el director creativo, Don Draper, está parado, quieto y mirando fijo por la ventana. "Nunca me acostumbro al hecho de que la mayor parte del tiempo parece que no estuvieras haciendo nada", lo provoca Sterling.
Pero lo cierto es que en las investigaciones sobre innovación, estos momentos de reflexión, de soñar despiertos y de abandonar el foco excesivo de la rutina laboral están justamente asociados a la generación de las mejores ideas. "Imágínense el potencial que tiene multiplicar ese espacio y llevarlo a un año entero", dice Doreen Orion, una estadounidense que tiene un blog y un libro con recomendaciones surgidas del sabático que se tomó junto con su marido, Tim Justice. Cuando Justice le propuso el proyecto de tomarse un tiempo de sus respectivos trabajos como psiquiatras, a los cuarentaypocos, Orion le respondió: "¿Por qué no podés ser un marido normal con crisis de mediana edad, que tiene un affaire y se compra un descapotable?"
Para Mercedes Korin, una especialista en gestión de cambio que se tomó un año para barajar y dar de nuevo [ver columna], la palabra clave en todo esto es "disposición". "No hace falta escalar el Aconcagua o volverse maratonista, basta con tener disposición para encarar formas diferentes de pasar por la vida y estar disponible para otros", dice Korin.
No planificar demasiado es el otro consejo que se repite durante las entrevistas para esta nota. Y animarse: sobre todo, entender que no se trata de una idea imposible de concretar. "Jamás me hubiera imaginado que lo iba a hacer", coinciden Dulitzky, Korin, Jurado, Brenman y Medín. En todos los casos, no se necesitó a priori tener una certeza del camino a recorrer, sino sólo la seguridad de no estar satisfechos con la dirección que se llevaba.
Lo misma convicción que decidió a Rodrigo Pérez Weiss a bajarse de un tren exitoso (era socio de una empresa que importaba insumos gráficos), parar la pelota durante un año y emerger del sabático con un proyecto que lo apasiona: difundir el uso de las impresoras 3D, con la franquicia de bares "3dlab fabcafé". Al fin y al cabo, dice Pérez Weiss, "el éxito pasa por hacer lo que uno quiere, y por salir de la comodidad de la rutina, siguiendo más el corazón y las tripas que el bolsillo".

Fuente: La Nación

Comentarios

  1. Pero bueno, lalalanación sabe de lo que habla, es decana sabática, o no es "sabática" la década que se tomó con la AFIP y el pago de impuestos?.
    El problema es usted, un resentido del justo disfrute de los que se esfuerzan....

    ResponderEliminar
  2. Respuestas
    1. A la hora de envidiar, envidiaría a Macri. El hombre desde que nació vive en estado sabático.

      Eliminar
  3. No entiendo que tiene de malo que una persona X, con recursos económicos o con mucha imaginación, decida tomarse un año sabático para parar la pelota y encarar luego un nuevo proyecto de vida. El ocio ha sido un buen consejero y los antiguos se nos reirían de la vida que llevamos, embargada por el culto al trabajo. Estamos viviendo en una era donde el trabajo es sacralizado ad nauseam y donde millones de personas se embarcan en una carrera de ratas, perdiendo salud, calidad de vida y capacidad de disfrutar del ocio, ahogándose en una marea de consumismo insostenible, endeudándose hasta el cogote para acceder a bienes de consumo suntuarios para demostrar que tiene más que el vecino, etc. Con la tecnología existente y un poco de organización, la jornada laboral podría reducirse a 4 horas diarias, y tendríamos de sobra lo necesario para nuestra subsistencia, que es alimento, agua, abrigo y techo. Lo demás es superfluo y hasta contraproducente para nuestro bienestar físico y mental. Pero hay un gran inconveniente respecto de la reducción jornada laboral, y es mas filosófico o psicológico que económico u organizativo: que hacemos cuando no "hacemos" nada. Parece una pavada pero mucha gente se encuentra angustiada o culposa cuando se encuentra ociosa, y la educación en un futuro no muy lejano deberá orientarse más a darnos pautas o técnicas para disfrutar sanamente de nuestro tiempo libre. He ahí donde aparecen el arte, la filosofía, la música, el aprendizaje de idiomas, viajar, jugar, la erótica, etc; en fin, disfrutar de las cosas más hermosas de la existencia. Mientras tengamos agua, techo, comida y un par de trapos para taparnos, la posibilidad de estar felices dependerá exclusivamente de nuestra mente.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. PD: Dependiendo del clima del lugar en cuestión, el techo tranquilamente podría ser excluido de nuestras prioridades. Se puede alcanzar un estado de ataraxia comiendo atún, pan y queso mientras se duerme en una carpa. Lo digo por experiencia propia.

      Eliminar
  4. Lo patético del caso es que esos mismos empresarios que supuestamente hablan mieles del año sabático después son los que retacean o restringen el derecho de los trabajadores a tener vacaciones pagas de un semanita, no ya un año o incluso el descanso dominical.
    El modelo de estos tipos para los empleado es yanquilandia, el país sin vacaciones pagas (salvo para algunos): http://javiguanarteme.blogspot.com.ar/2014/11/el-ejemplo-americano-ese-pais-sin.html
    Además, como dijo alguien en twitter, si es rico se dice "se ha tomado un año sabático", si es de clase media "está desempleado", si es pobre " es un vago de mierda".

    ResponderEliminar

Publicar un comentario