Un nuevo capitalismo, más oligárquico y autoritario por Fernando Luengo




Fernando Luengo: Profesor de Economía Aplicada en la Universidad Complutense y miembro del Círculo 3E (Energía, Ecología y Energía) de Podemos y de la Asociación EconoNuestra 


La gestión que está haciendo la crisis económica dentro de la Unión Económica y Monetaria está creando las condiciones, si no las tiene ya creada, para un aspecto sustancial en la sistémica de los capitalismos europeos; viraje que se inició mucho antes de la implosión financiera, al menos desde que se impuso por doquier la doctrina neoliberal, a partir de la década de los 80 del pasado siglo, pero que ha sido en los últimos años cuando ha llegado más entidad y visibilidad .
El protagonismo de la troika -bajo esta denominación se reúne tres características de carácter intergubernamental, la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional-, que ha permitido el pago de impuestos en general, los parlamentos y la ciudadanía, y la centralidad adquirida por Alemania , que ha hecho valer e imponer sus intereses y los de sus aliados, trasladándolos a las instancias comunitarias, los elementos esenciales de un proceso de mayor amplitud, calado y trascendencia que está propiciando una transformación estructural de los equilibrios, los consensos y las relaciones de poder.
Algunos de los componentes básicos de esa transformación son: la devaluación de las instituciones de representación formal y los partidos políticos como espacios de representación política, la contaminación y ocupación de la política por parte de los grupos económicos y la degradación del estatus socioeconómico y político de una parte de las clases medias.
Asimismo, rotos la mayor parte de los temas de contención social y política, se está produciendo un histórico desmantelamiento de los Estados de Bienestar -que, supuestamente, eran la principal seña de identidad de las "economías sociales de mercado" comunitarias-, un cuestionamiento el impacto del papel de los estados como las piedras angulares de un consenso social integrador y el debilitamiento o la desaparición de los puentes institucionales que en el pasado, antes del estallido del crack financiero, posiblemente una cierta redistribución de la renta.
Esa refundación sistémica también llega a los cimientos mismos del proceso de acumulación. Se han consolidado en estos años de decrecimiento o de débil crecimiento en equipos de extracción y de renta de las clases trabajadoras hacia las oligarquías. Es en este contexto donde es necesario situar la reducción de los salarios nominales y reales de buena parte de los trabajadores, el alargamiento de la jornada laboral y la intensificación de los ritmos en la ejecución de las tareas. El desequilibrio en la relación de fuerzas a favor del capital y en contra del trabajo, el temor a perder y no recuperar el empleo, el continuo aumento del desempleo o la permanente amenaza de proceder al cierre y la deslocalización de la empresa) ha abierto una vía de acumulación de la sobreexplotación de los asalariados. En idéntica dirección, un masivo trasvase de recursos hacia las élites, apuntar las políticas de ajuste presupuestario y los diferentes programas puestos en marcha para rescatar a los grandes bancos y sanear sus balances, programas que han supuesto una enorme sangría para las arcas públicas.
Se está asistiendo, además, a una reorganización amplia de los mercados propiciados por la recentralización de la estructura empresarial, a la entrada del sector privado y de las lógicas mercantiles en las parcelas crecientes de público a través de las privatizaciones y a la externalización de la gestión , ya la apertura de nuevos negocios de los espacios abiertos por las empresas que, por carecer de financiación o por enfrentarse a una evolución de la demanda, han reducido la escala de sus operaciones o han desaparecido.
Sumemos a todo ello, paraíso de una visión completa de la realidad reestructurada del capitalismo que está teniendo lugar, la implementación de una política monetaria laxa que está entregando recursos a los que tienen capacidad de endeudamiento y que está contribuyendo al fortalecimiento del segmento financiero de la economía, que, en lo que concierne a privilegios, opacidad y potencial desestabilizador, ha permanecido prácticamente intacto.
En resumen, estamos en contra de una refundación europea, a la medida de los intereses y estrategias de los grupos económicos y socialmente privilegiados y de los países con mayor potencial competitivo, que supone el reforzamiento del perfil oligárquico del proyecto comunitario. Y la unión monetaria no sólo está siendo el escenario, sino que, por acción o por omisión, está facilitando este cambio sistémico.

Fuente: Diario Público de España



Comentarios