Pensamientos encontrados en los artículos
titulados Esa Cosa Llamada Cultura I y II de fines del 2011
El sábado 10 de Diciembre del año 2011,
durante la emisión del prestigioso programa Testigos de Privilegio por la AM
1470 La Dorrego, la Directora de la cartera de Cultura Municipal afirmó
ciertamente convencida que cultura es todo lo que el hombre hace. No me llamó
la atención lo dicho, su gestión no dejó dudas al respecto; sí me sorprendió
que tal conceptualización no haya motivado algún cosquilleo o cierto
pensamiento crítico por parte de nuestra inteligencia vernácula. Tal vez nuestra
intelectualidad haya optado por no exponerse al ruedo debido a lo inútil de la
empresa a sabiendas que el debate incluye la riesgosa demolición de
determinados sofismas demagógicos que los mostraría erróneamente sectarios y
excluyentes; de modo pues, desde esta humilde y limitada tribuna, asumimos el
convite como sensibles y sinceros amantes de las artes, de las ciencias y el
conocimiento. A priori se
presume que la excelencia no contiene signos populares, que popular es todo
aquello cuya simpleza y llaneza contempla gustos y preferencias
mayoritarias. Ese prejuicio mantiene encubiertos dos elementos substanciales:
En primer término ahorrarse el esfuerzo de proponerle a la sociedad elementos
culturales desconocidos, que involucren ser pensados, ser elaborados; y como
segundo punto la facilidad que resulta, desde el poder, subestimar la
inteligencia de los ciudadanos achicando los niveles de sus aspiraciones a
favor de no comprometerse en los engorrosos caminos de la complejidad;
recorridos que necesariamente exigirán intelectualmente al funcionario que
desafíe dicha complejidad. La cultura tiene dos interpretaciones notoriamente enfrentadas. Afirmar
que es todo lo que el hombre hace comprende la faz antropológica del asunto; su
forma de alimentarse, sus creencias, los rituales en honor a sus antepasados,
su ordenamiento social, el entretenimiento y el ocio, todos elementos derivados
de los usos y costumbres y no tanto como actividades susceptibles de ser
elaboradas a partir del pensamiento complejo. El estudio y la comprensión de
esta faz incluyen un innegable proceso cultural. Seamos claros y
precisos: Desarrollar hipótesis con respecto al canibalismo constituye un
apartado de investigación cultural insoslayable por parte de la ciencia; lo que
no es posible de considerar es al mismo canibalismo, de modo aislado, como un
evento cultural en sí propio. Lo mismo ocurre con cientos de actividades, costumbres y hábitos que el
género humano ha manifestado desde su nacimiento. Algún
desprevenido puede llegar a considerar entonces que Auschwitz constituyó un
evento cultural de la sociedad alemana si nos ceñimos a la afirmación de la
funcionaria de cultura saliente: Darle al pueblo lo que pueblo pide sin
elaborar si aquello solicitado encierra promover un ejercicio inteligente, a
favor del pensamiento crítico, analítico, apuntando al desarrollo y al estudio
de las artes y las ciencias. Y aparecen aquí, a mi criterio, los elementos distintivos que
constituyen la segunda concepción desde lo que podría encuadrarse como una
verdadera política cultural. El fomento y la promoción de actividades que
encierren un desarrollo individual y colectivo de la sociedad a través de
mecanismos que incentiven elevar la base de conocimiento presente; tarea que
debe ser constante y que no debe rehuir a los desafíos que impone el prejuicio
que la complejidad ostenta por determinación de los funcionarios a cargo. Cada actividad
cultural discrimina y eso resulta inevitable, pero es tan abrumadoramente
diverso el menú de la ilustración que finaliza incluyendo a todo el espectro
social. El tema es darle la posibilidad a toda la sociedad para poder acceder a
esa diversidad que la misma actividad cultural posee. Para llegar a
la excelencia como concertista de Guitarra son necesarios muchos años de
estudio, esfuerzo, dedicación, inversión de capital y alguna dosis no menor de
talento. Elementos que discriminan per se. Lo mismo sucede con la pintura, la
literatura, las artes plásticas, el baile, la actuación, el canto y también las
ciencias; esto es, ir complejizando el conocimiento requiere de una inevitable
evolución hacia la erudición; de ningún modo puede efectivizarse lo dicho
acotando las percepciones colectivas, menguando las concretas posibilidades de
curiosidad. ¿Quién es entonces el qué determina la popularidad o masividad de
cada actividad si paralelamente nada se hace para su difusión y desarrollo? Además ¿Por qué la
popularidad o la masividad tienen que ser justificación suficiente para
desarrollar una actividad cultural? Para el caso, el prejuicio, la desidia y la propia mediocridad
conceptual sobre el arco iris que propone la actividad cultural laboran como
aliadas indispensables. El no comprender que política cultural incluye necesariamente la profundización constante,
casi fundamentalista, de la ilustración resulta un moroso legado que le estamos
dejando al futuro. Un almuerzo
organizado para una determinada colectividad no es un evento cultural en sí
mismo. Es un simple y básico evento social, no constituye un suceso que
promueva a la complejidad, que pellizque a la inteligencia, que tienda al
crecimiento de su conjunto. Distraer presupuestos en ello reviste a mí entender
el nudo del equívoco. Presentar eventos que nada tiene que ver con la cultura como culturales
es también una política cultural, es subestimar a la población utilizando sus
propios desconocimientos a favor de no ascender el tenor de los contenidos.
El Físico italiano Strato afirmó que sin
pensamiento nos es imposible percibir la belleza que atesora la complejidad.
Estando de acuerdo con la cita se puede afirmar que cuanto más fronterizo es el
menú artístico a percibir menos necesidad de elaboración inteligente requiere.
Si yo, como funcionario de cultura, priorizo en mi grilla anual artistas de
notoria mediocridad el nivel de exigencia popular no se verá comprometido, en
consecuencia la comodidad en la gestión encontrará su clímax y beneficio. Cuestiones
de pertenencia política y cuestiones de resignación artística hacen a la
problemática cultural. Ambas conspiran contra la posibilidad de educar y formar
al soberano, de elevar el tenor conceptual, de familiarizarse con la hermosa
desmesura de la complejidad, por encima de conformarse con la vulgaridad
rutinaria que nos ofrece la seguridad de lo probadamente digerible. Como amantes de
las bellas artes en todas sus facetas y disciplinas, estimo que algunos se deben
sentir parias, como diabéticos en dulcería, mal aceptando que su distrito mantiene
como contrato social un formato liso y llano, más cercano a lo mercantil y
mediático, muy alejado de lo que puede llegar a conmover al espíritu y a la
inteligencia.
Bonus Track
En todo estas vos,
menos en Cultura
La Cultura en C.A.B.A
por Fabiana
Lozano – 28/11/2013 Diario Registrado
La Ciudad de
Buenos Aires es reconocida en todo el mundo como una de las capitales
culturales más atractivas para el turismo por su oferta cuantiosa y sobre todo
rica en términos de contenido. Sin embargo desde 2007 con la asunción del
actual jefe de Gobierno Mauricio Macri, cada vez es menor la posibilidad de
acceso a dichas ofertas para los propios habitantes de la ciudad, y en ese
sentido existen dos factores centrales: la desigualdad y la concentración de la
oferta cultural.
Tomemos como ejemplo
inicial las salas de cine. Los datos del Sistema de Información Cultural de la
Argentina – SINCA-, muestran que la Comuna 1
posee el 38% de los cines de la
Ciudad, mientras que las comunas 4, 8, 9 y 10 (ubicadas en el sur y oeste de la Ciudad) no tienen ningún cine en todo su territorio.
Con respecto al teatro pasa algo similar, nuevamente la Comuna 1
conjuga el 36% de los teatros, y las 5 primeras comunas con mayor oferta,
también ubicadas en las zonas centro y norte, concentran el 80% de las salas.
El negativo de esto, es que las comunas 8 y 9 directamente no tienen ni un
teatro para sus habitantes. Debe tenerse en cuenta que la extensión de la
ciudad, y las dificultades de movilidad y transporte, hacen de la cuestión de
la accesibilidad un problema para las comunas o barrios más apartados.
Uno podría pensar que
esta tendencia resulta histórica y hasta estructural en la
Ciudad de Buenos Aires, pero
justamente frente a legados históricos y a preferencias de inversión del sector
privado, es el Estado quien debería asumir funciones de regulación y promoción
para, al menos, atenuar esta desigualdad tan marcada. La inacción del Gobierno
de la Ciudad favorece la concentración de la oferta, y como
consecuencia, la cultura se vuelve menos accesible para la mayoría de los
porteños y las porteñas.
Aquello puede
observarse claramente si uno analiza la utilización del presupuesto destinado
al Ministerio de Cultura de la Ciudad de
Buenos Aires (y al Teatro Colón). Si bien dicha suma aumentó considerablemente
entre 2005 y 2012, no se refleja en una política cultural de fomento a la
cultura ni promoción de las identidades locales. Por el contrario, prioriza la
promoción de la Ciudad como destino turístico, la industria inmobiliaria y la
radicación de empresas privadas, potenciando la desigualdad y concentración de
la oferta. El Distrito Audiovisual y el Distrito de las Artes que tienden a la
concentración sistemática de las actividades y benefician a las empresas que en
ellos se radiquen, son muestras de una política orientada claramente a una
minoría, en desmedro de los circuitos públicos.
Asimismo si bien el
nivel de gasto público en cultura presenta una tendencia en constante aumento
desde 2005, en los últimos años se observa una leve reducción: pasó de 3,82% en 2008,
a 3,14% en 2012. Uno de los mayores
afectados en este sentido es el Programa Cultural en Barrios, que
se trata de una política que, desde el retorno a la democracia a través de los
Centros Culturales Barriales que dependen del Gobierno, pretende
descentralizar la actividad cultural en los distintos barrios y comunas de la Ciudad. El presupuesto para dicho programa osciló entre 2008 y
2012 en torno al 2%.
Justamente ante la
ausencia de ofertas culturales privadas en muchos sectores de la ciudad, los
Centros Culturales Barriales nacen naturalmente como una opción concreta de
acceso libre y gratuito a la cultura. Pero el funcionamiento de estos centros
dependientes del Gobierno de la Ciudad muestra
la misma tendencia centralizadora.
Desde la asunción de
Mauricio Macri se ha producido una notable disminución de la cantidad de
actividades que allí se realizan: de 3.250 en 2008 a 2.641 en 2012. Aquello es consecuencia directa del
desfinanciamiento de más de la mitad de los talleres gratuitos que funcionaban
en la Ciudad, y el desalojo violento
de más de 20 centros culturales.
Al mismo tiempo, el
“megaevento” es la única actividad que aumentó sus asistentes en estos años: su
convocatoria ascendió de 34.094 en 2008 a 418.673 en 2012. El ejemplo más reciente es la
creación del “Buenos Aires Rock”, en el histórico predio del Parque de la Ciudad, donde se llevó a cabo el Quilmes Rock
20113, que benefició exclusivamente a la empresa Siberia SA, que por solo
ciento ochenta mil pesos accedió a un negocio con el que recaudó 22,5
millones de pesos.
Evidentemente las
políticas que viene ejecutando el Gobierno de la Ciudad no afectan la centralización de la oferta, aumentan la
desigualdad de oportunidades, y hacen que la cultura resulta cada vez menos
accesible para la mayoría de los habitantes. Lamentablemente todo aquello es
parte de un proceso de mercantilización y de vaciamiento de espacios
tradicionales de la cultura popular porteña.
Y bueno, los pibes de la Coordinadora que ahora trabajan para Mauricio hace rato cambiaron su afán cultural por los mangos constantes y sonantes.
ResponderEliminarEl Grupo Sushi dejó huella (?).
No Daniel. Los Sushi son boludos al paso. El operador es el Nosiglia
EliminarEl Coti siempre tuvo debilidades por derecha. Si no me equivoco su socio Barrionuevo estuvo invitado por él al evento. Salinas algo habla del asunto en su blog.
Seguro; el Coti siempre en las sombras, da lo mismo que operando para el alfonsinismo que para el Pro. Después dicen que lloró desolado cuando la caída de Alfonsín. Cosa que parece haber superado en el tiempo con laburar para quienes lo voltearon.
EliminarEstocolmoniano. Bah, un chanta de cuarta.
Mauricio: ¿Qué quiso decir este tipo, Marcelo?
ResponderEliminarMarcelo: Ni idea
Estamos a quince minutos de que Macri le ofrezca a Marcelo ser Jefe de Gobierno de CABA
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=PA_uYnyDYSU
ResponderEliminarDolina coincide
Quien es ese físico italiano que mencionas, Strato?
ResponderEliminarSu nombre real era Estraton de Lampsaco . Vivió por el 300 AC .. en realidad le adjudican origen Griego, aunque por esas épocas los límites territoriales eran difusos. De hecho Lampsaco estaba emplazada en Turquía. Fue un filósofo moral y físico..
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