El capitalismo salvaje está alcanzando sus últimos objetivos, por Pedro Luis Angosto - Historiador y Periodista Español



Un poco que nos detengamos a analizar la realidad que nos ha tocado vivir en los últimos años, convendremos que el capitalismo está en uno de los mejores momentos de su larga historia. Después de la cruel noche del siglo XX en el que tras organizar guerras mundiales y otras muchas regionales, tuvo que ceder en Europa Occidental y algún otro lugar del planeta a la presión de los trabajadores y que tenía que pagar los impuestos proporcionales y progresivos, cotizar a la seguridad social, limitar la jornada laboral, respetar la vida y la maternidad, y poner límite por arriba al trabajo, el capitalismo respiró por fin cuando se supo de la caída de la URSS, del aburguesamiento individualista y suicida de los trabajadores y sus organizaciones y, sobre todo, de la nueva política económica decidida por los mandarines del Partido Comunista Chino, que suponía la entrada en el mercado laboral mundial de cientos de millones de trabajadores muy disciplinados y designados del más pequeño derecho, tanto económico, como político y social. La apertura al capitalismo de la China llamada comunista fue, sin duda, el mayor salvavidas que ha recibido el sistema en toda su historia, más sí tiene en la cuenta que los dueños del negocio ya asumido --muy a su pesar que la democracia social y laboral eran conquistas irreversibles con las que había convivir.
El problema que plantea para el mundo de la economía esclava china ha sido planteado en multitud de artículos, foros y conferencias, pero nunca como una cuestión verdaderamente importante. Por un lado, estaban los intereses de los capitalistas interesados ​​en deslocalizar sus empresas hacia lugares en los que los costos laborales y sociales fuesen mínimos; por otro, el falso pudor de la izquierda que no se ha atrevido a enfatizarlo como se merece por el temor a ser querido de no extender la "riqueza" a otros lugares del planeta. Los capitalistas al defender la deslocalización cumplían a la perfección -como siempre- con su ideario, por el contrario, las izquierdas -una vez más -hacían la segunda opción de no ser capaces de decir y de impedir la globalización de la pobreza y la ausencia de derechos: En un mundo global, se puede haber marcado una nueva regla de juegos comunes que obligan a todo el mundo a respetar los derechos políticos, sociales, económicos y culturales de todos los trabajadores, de todas las personas. No se hizo y hoy, por mucho que nos empeñamos en seguir ciegos, la producción industrial mundial se ha trasladado a aquellos lugares en donde la palabra derecho es delictiva, y si no ha sido trasladado por iniciativa de los países de Oriente, sino por voluntad clara de los capitalistas de Occidente. Claro, decían quienes manejaban los pucheros, no pasa nada, ellos que producen que nosotros nos quedamos con los servicios y las finanzas. La falacia, como todas, tenía los pies en el barro, porque ya no tenía muchos kilómetros demostrados por los fisiócratas franceses, no hay desarrollo ni bienestar económico sin una producción industrial fuerte, salvo que seas Suiza, y cualquier otro país al que el capitalismo haya otorgado el papel de parásito guardián y blanqueador del dinero.
Pero la deslocalización industrial no es un fenómeno nuevo, en cualquier época pasada, el capitalismo siempre y la búsqueda de lugares donde las materias primas y la producción son más baratas: África todavía sangra a raudales por ello. Lo que sí es novedoso es la deslocalización industrial casi total a la que asistimos hoy en día en buena parte de Europa sin que existían protestas feroces de los trabajadores. Desde la primera revolución industrial hasta la Segunda Guerra Mundial, cualquier intento de destrucción de industrias o innovaciones tecnológicas fue seguido por respuestas contundentes de los trabajadores que obligaron a los capitalistas a reducir la jornada laboral y ampliar derechos. Ahora no. ¿Por qué ocurre esto? Es decir, ¿por qué ahora no sucede nada? También podemos recurrir a la historia, antes de la Primera Guerra Mundial -la guerra del colonialismo-, Jaurés, Rosa Luxemburgo y otros líderes de la izquierda mundial avisaron de que la guerra que venía nada tenía que ver con los intereses de los trabajadores. Las prédicas patrióticas difundidas por los medios de comunicación de que hicieron los currientes antepusieron los intereses de sus enemigos a su propia clase y fueron a formar parte de los ejércitos del capital. Obreros alemanes, franceses, ingleses, rusos e italianos se mataron a mansalva en los campos de batalla a mayor gloria del sistema, dejando en la cuneta las ideas liberadoras que tanto han aportado a su progreso y al mundo. Karl Liebknecht, Rosa Luxemburgo, Víctor Basch y Jean Jaurés fueron asesinados y su nombre borrado de la historia. Hoy en día, la capacidad manipuladora de los medios de comunicación es infinitamente superior a la que tenía en años en la que los trabajadores se mataran entre sí por intereses contrarios a los suyos. Raro es el país que no tiene 200 canales de televisión-basura, raro el país en el que existe una verdadera libertad de prensa, extraño el país que escapa al pensamiento único difundido por los oligopolios mediáticos idiotizadores. No existe la prensa de izquierda en las páginas de Internet que tienen mucha menos influencia social de la que creemos, el individualismo capitalista se ha antepuesto -años luz- a los intereses comunes que nos protegían, la escuela ha sido privatizada y el pensamiento libre convertido en doctrina mercantil indiscutida. Si a eso añadimos que la mayor parte de la población europea ha caído en el fatalismo y piensa que no hay más alternativa que lo que está ocurriendo, que nunca los estados contados con un aparato represor como el que cuenta actualmente, que jamás la indolencia social llegó a extremos tan absurdos, el círculo queda perfectamente cerrado.
Diezmados los partidos y sindicatos de izquierda por su incapacidad para enfrentarse a un sistema perverso y nocivo, desaparecer la prensa libre, mermada hasta el final la empatía personal y social, arruinada la educación crítica, diluir la conciencia de pertenencia a una misma clase -la de los explotados y excluidos, el fatalismo como motor de la historia y la salida individual como única forma de emancipación y triunfo, el mundo camina, por la dejación de funciones, por las épocas en que las personas no dejan de ser oscuras, tenebrosas y en extremo peligrosas El capitalismo, solo tiene interés, maximizar los beneficios de los hombres y los territorios, ser de los hombres que lo tienen, de nuevo, concienciar de que el objetivo es que ellos y sus derechos. En otro caso, el último que salga que cierra la puerta: Veremos cosas que nunca habrán soñado, ni en nuestras peores pesadillas. Europa se diluye en la lista londinense de Alemania y Estados Unidos y su delegado en el paraíso fiscal. El pasaje espera el momento para saltar por la borda. Todavía estamos a tiempo de no volver a repetir la historia, solo podemos aprender, mínimamente, de ella: Ni el individualismo extremo, ni el divide y vencerás fueron nunca armas útiles para los de abajo.

Fuente: nuevatribuna.es  - Diario Público España

Comentarios

  1. El PBI de 127 países del mundo es menor que la fortuna de Carlos Slim (Forbes)

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