ECONOMISTAS IMPOSTORES (Fragmento) Juan Torres López para Diario Público



Uno de los hechos más relevantes que la crisis mundial ha permitido poner de manifiesto es la complicidad de muchos economistas con los grandes poderes financieros. Es verdad que eso era algo que se había dado siempre, pero en estos últimos años se ha hecho tan explícito que cada vez más gente se da cuenta de que tras muchos sesudos análisis de sofisticados economistas no hay más que superchería para que los grandes capitales ganen dinero. Vicenç Navarro y yo hemos de denunciado que las entidades financieras vienen encargando desde hace años informes catastrofistas sobre el futuro de las pensiones públicas a economistas que erraban una vez tras otra en sus cálculos. Denunciamos allí con los datos por delante que entidades que se suponen que son muy cuidadosas con el dinero lo han tirado por la ventana pagando a economistas que nunca, absolutamente nunca, han acertado en sus previsiones. Obviamente, porque lo que buscaban de ellos no era un conocimiento riguroso y veraz de la realidad sino mentiras que confundieran a la gente y les permitieran más fácilmente quedarse con el ahorro de millones de familias y colocar sus productos financieros. Pero si el comportamiento de los bancos que han recurrido a economistas tan desacertados es vergonzoso, mucho más los es, naturalmente, el de estos últimos, que no han tenido problema para ponerse al servicio de amos tan poco escrupulosos. En estos últimos años de crisis también se ha descubierto el papel igualmente cómplice y culpable de los economistas que se han dedicado a decir que el incremento continuo de la deuda y la especulación en los mercados financieros no representaba ningún problema  solo para que los bancos y las corporaciones financiera pudieran seguir haciendo un negocio irresponsable que nos ha llevado a donde ahora estamos. En los medios de comunicación es constante la presencia de predicadores empeñados en hacerle creer a la gente que para crear empleo hay que bajar salarios y acabar con los derechos laborales y sociales, que el gasto social es el que ha provocado la deuda y todo ese tipo de falacias que otros economistas críticos han demostrado claramente que son falsas pero que no pueden difundir en las mismas condiciones de privilegio que los neoliberales tienen en los medios y en todo tipo de tribunas.
En fin, en estos años se ha hecho evidente la gran razón que llevaba el profesor José Luis Sampedro cuando decía que “hay dos tipos de economistas: los que trabajan para hacer más ricos a los ricos y los que trabajamos para hacer menos pobres a los pobres”.
La conclusión que me parece igualmente evidente es que no solo basta con perseguir a estos impostores. La sociedad debe defenderse de las patrañas económicas que se difunden constantemente y es imprescindible que la ciudadanía tenga acceso a un debate profundo, abierto, auténticamente plural y permanente sobre las cuestiones económicas que le afectan. Garantizarlo es una cuenta pendiente y un reto principal de cualquier gobierno realmente comprometido con la democracia.


Comentarios

  1. Chicos radicales. Observen lo que dice Alem

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  2. Parece que nuestros amigos de la Patria Grande, donde España es parte como no, empiezan a ver, por ahora reducidos a una pequeña fracción, pero el camino es largo y ellos recién lo empiezan, aunque esperemos que aprovechen las experiencias de este lado del charco, porque como dijo alguien acerca de ella, la experiencia, si la querés tener en carne propia, es como el peine que te dan cuando ya estás pelado.
    Hoy ese país está abrumado por el terror y cegado por los medios de comunicación al servicio del mismo, por lo que es una tarea difícil la de esta gente, pero confiemos en que el ADN revoltoso aparezca, que será bienvenido.
    Nunca menos y abrazos

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