El economista de Tax Justice Network, James Henry advierte
que, desde varios países del continente, se han desviado dos billones de
dólares, más que su deuda externa…
por Alejandro
Rebossio para Diario El País de España
James
Henry es el economista norteamericano que en 2010 lideró en Tax Justice Network (red de justicia tributaria) una
investigación sobre el dinero escondido en
paraísos fiscales. Asesor señor de esta organización y del Centro
sobre Inversión Sostenible de la Universidad de Columbia, ha llegado a Buenos Aires
para continuar con su investigación sobre la fuga de capitales de países en
desarrollo a ricos por intermedio de paraísos fiscales.
Pregunta. ¿Qué le trae a Argentina?
Repuesta. Estoy aquí por un proyecto financiado por el
Ministerio de Asuntos Exteriores noruego y que abarca a Argentina y Sudáfrica
dentro del trabajo que realizamos sobre la riqueza en el extranjero. Tax
Justice Network realizó una estimación en 2010 sobre el total de tal industria
a partir de diversas metodologías. Estimamos que existen entre 21 y 32 billones
de dólares fuera del control de las autoridades tributarias. Alrededor de un
tercio de ese dinero viene de países en desarrollo, como Argentina, Brasil, México
y Venezuela. La riqueza en el extranjero de la región es de alrededor de dos
billones de dólares, mucho más que la deuda externa total. Los ricos de
Latinoamérica han llevado su dinero fuera de la región. La excepción es Brasil,
donde ha habido cierto flujo en reversa pero, en casos como México y Argentina,
el 90% o 95% de esos capitales ha sido reinvertido fuera, en general en activos
con bajos rendimientos, como depósitos bancarios o bonos y acciones de los
mercados occidentales. Latinoamérica es una gran fuente de financiación de los
países ricos. Esta es una de las patologías del sistema global que tenemos. Si
miramos la estructura de la banca privada en Latinoamérica, observamos que este
negocio de sacar dinero afuera está dominado por los principales bancos del
mundo.
P. ¿Por qué se fugan los capitales de estos países?
R. En el caso de Argentina, la fuga ha estado asociada
a la crisis y la inestabilidad dentro del país. Pero en Tax Justice Network y
en el trabajo de Jorge Gaggero (economista argentino) analizamos el rol que
desempeñan las instituciones internacionales para facilitar esta salida de
dinero y para gestionarlo sin que tribute, lo que lleva a la descapitalización
del país. Uno de los asuntos que tratamos es el rol de las compañías
multinacionales en tal fuga mediante el abuso de los precios de transferencia
(de exportaciones e importaciones) para
defraudar impuestos. Por ejemplo, las grandes compañías de grano,
cuya lista fue publicada el año pasado por la Administración Federal de
Ingresos Públicos de Argentina. ¿Cómo puede ser que uno de los países con más
consumo de soja del mundo sea Uruguay, donde viven tres millones de habitantes?
Es que allí están las oficinas de grandes comercializadoras de grano. Si las
compañías multinacionales no pagan impuestos por la renta que obtienen aquí, se
transfiere el coste del presupuesto del Gobierno a la clase media y los pobres,
por ejemplo, mediante el IVA, que es un impuesto más difícil de defraudar. También estamos muy interesados en el rol de las grandes
firmas auditoras y legales que trabajan con los bancos para facilitar que los
clientes puedan migrar su dinero. Y además en Argentina tenemos este problema
de los fondos buitres. Es un atropello que alguien que especuló con la deuda de
un país pueda interferir en la reestructuración de su deuda. Es interesante ver
por qué Argentina no aprovechó todo el dinero que tiene fuera, por qué no lo
trajo de vuelta, por qué no se financió con un sistema tributario más efectivo.
P. ¿Qué sucede en el resto de Latinoamérica?
R. En Venezuela sigue creciendo la salida de capitales
por la incertidumbre política. Miami es la nueva capital financiera de
Venezuela. Si uno tiene una estrategia que le haga atractivo para los
inversores y que mejore las inversiones en educación, países como Argentina
podrían aprovechar el dinero que se fue. México ha sido llevado por esta
increíble guerra de las drogas, pero la economía parece haber andado bastante
bien, su bolsa es fuerte. En la medida en que la economía de EE UU se recupera
gradualmente, México crecerá más rápido. En general, el problema de la salida
de capital es un problema de tributación. En organizaciones como Latindadd y
Tax Justice Network impulsamos a los países a que sean más activos en cuanto a
la fiscalización tributaria. Antes de la próxima cumbre del G20, hay un gran
esfuerzo para que haya más intercambio de información y para que se reforme el
modo en que tributan las multinacionales. Pero nos ha sido difícil que los
países en desarrollo hablen de estos temas, salvo muy pocas excepciones.
P. ¿Por qué?
R. Muchos países en desarrollo ni siquiera tienen una
revisión efectiva de los precios de transferencia. No tienen conciencia de lo
que podrían recaudar. Muchos precios de
las exportaciones, importaciones y compras de servicios que hacen las
multinacionales no tienen comparaciones objetivas para saber si son reales o
no. Entre las farmacéuticas, mucha de la investigación se hace aquí, pero dicen
que compran este servicio en EE UU y así transfieren dinero afuera del país y
pagan aquí menos impuestos. Otro juego de las compañías de grano es girar
dinero mediante la prefinanciación de exportaciones, que les sirve para mover
los intereses fuera.
P. ¿Quiénes son los grandes defraudadores en
Latinoamérica?
R. Individuos y compañías. Si uno se fija en una
industria como la del plátano, cada gran jugador está involucrado en el juego
de mover beneficios a paraísos fiscales mediante clientes cautivos que les compran
servicios. Entre las grandes firmas globales, las norteamericanas Google,
Microsoft, Apple y farmacéuticas han arreglado las cosas para tener muchas de
sus patentes en Bermudas o Irlanda.
P. ¿Qué pueden hacer los gobiernos latinoamericanos?
R. Reconocer este tema como prioritario. Pero no oímos
nada de esto en las organizaciones multilaterales. La comisión tributaria de la
ONU sería el lugar apropiado para que los países en desarrollo trataran el
tema, en lugar de tener políticas formuladas por la OCDE, que es un grupo de 34
países ricos. Pero la comisión tributaria de la ONU solo tiene un presupuesto
de 400.000 dólares y tres empleados.
P. ¿Y qué pueden hacer los gobiernos dentro sus países?
R. Un problema en toda América Latina es que hay
muchos impuestos. Hay que educar a la gente sobre qué son. Todos los servicios
públicos como la educación, la salud, las calles o la seguridad, suponen en los
países desarrollados al menos entre 30% y 35% del ingreso nacional.
Argentina, Brasil y otros han buscado otras formas de financiarlos. Por
ejemplo, con deuda, y fue un desastre. Probaron con las privatizaciones, y no
fueron muy exitosas. Probaron con la inflación y fue otro fracaso. Los países
menos desarrollados gastan en servicios públicos solo el 10% del PIB. No
conozco ningún país que se desarrolla con éxito y en democracia sin un Estado
fuerte basado en impuestos justos. Muchos países en Latinoamérica descansan en
el IVA, ya no buscan más recaudar de otra manera. No hay dudas de que en el
mundo la desigualdad ha crecido dramáticamente. El hecho de que ricos y
empresas puedan mover el dinero afuera ha hecho una enorme contribución.
P. ¿Ve algún buen ejemplo de sistema tributario en
Latinoamérica? ¿O en otro sitio?
R. Yo vengo del estado de Minnesota, con una población
similar a Uruguay. El gobernador dijo hace cinco años que podía recortar
impuestos, como los ricos le decían que hiciese, o podía aumentarlos e invertirlos
en mejores escuelas, sistemas sanitarios y carreteras. En esa época había una
tremenda competición de recorte de impuestos entre países, pero en Minnesota
emergió una historia de éxito. Si le ofreces a un país o Estado un sector
público bien gestionado, con seguridad, sin corrupción y con una justicia que
no se vende, los negocios prefieren estar en esos lugares donde pueden contar
con el Estado de derecho, con gente que se gradúa en la universidad, donde hay
sentido de comunidad y donde se pagan mejores salarios. Minnesota elevó el
salario mínimo y los impuestos a los ricos, y le va mejor que a EE UU. El
crecimiento se aceleró, que es lo contrario a los que los economistas
neoliberales hubiesen esperado. Reformar el Estado no significa reducirlo o eliminarlo.
Tampoco podemos volver al modelo socialista, que nunca fue muy exitoso, pero
debemos ir a un mejor Estado gestionado con fuerte sistema tributario.
P. ¿Ve algún buen ejemplo en Latinoamérica?
R. Hay muchos ejemplos negativos. Ha habido rebajas
impositivas a los negocios y han hecho códigos tributarios más regresivos.
Nicaragua dio grandes ventajas para que China hiciera un nuevo canal en
Centroamérica, pero no sé si ese canal es necesario. No he mirado de cerca lo que está haciendo ahora Chile.
P. ¿A dónde va el dinero que se fuga?
R. Va a los paraísos últimos: países del Primer Mundo.
Nadie quiere invertir su dinero en las islas Caimán o Jersey. Estos son
conductos para invertir en acciones y bonos en Nueva York, Londres o Zurich.
Londres ha explotado en su valor por el dinero ruso. Países como EE UU han
diseñado sus códigos tributarios para que, si eres un no residente y haces un
depósito, por ejemplo, no tengas que tributar. Es un gran paraíso fiscal.
Además, EE UU no tiene acuerdo de intercambio de información tributaria con
países como Argentina. Hemos aprobado una ley que exige a los bancos
extranjeros que hacen negocios en EE UU que informen sobre los ingresos que
reciben de norteamericanos, pero eso no es recíproco con otros países. Porque
los bancos norteamericanos hacen grandes negocios atrayendo capitales fugados
de Latinoamérica. Sería justo que los gobiernos latinoamericanos demanden a EE
UU que también provea información sobre los contribuyentes latinoamericanos.
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