Rodolfo Ortega Peña
Asesinado por la Triple A
31 de Julio 1974
El 31 de julio de 1974
Rodolfo Ortega Peña, diputado en ejercicio, historiador revisionista, abogado
defensor de sindicalistas y presos políticos, y director de la revista Militancia, fue
asesinado por la Triple A en pleno centro de Buenos Aires. Reproducimos a
continuación un artículo publicado en el diario Noticias, dos días después del
crimen.
Los asesinos actuaron en una zona densa
de gente, con absoluta frialdad y pericia. La noticia con la identidad del
muerto llegó en 10 minutos al Parlamento. Un testimonio muy significativo
Los hechos que condujeron a la muerte del doctor Rodolfo
Ortega Peña, comenzaron en la noche del miércoles cuando el diputado nacional
recibió una llamada telefónica en el Congreso, mediante la cual alguien que se
identificó como un periodista, de El Cronista Comercial le manifestó su intención de
efectuarle un reportaje, preguntándole hasta qué hora permanecería en el
edificio del Congreso. Ortega le respondió que iba a estar allí hasta las
21.30.
No obstante, se hicieron las 21.30 sin que se presentara
el presunto periodista. Posteriormente, amigos del diputado asesinado
consultaron a El Cronista Comercial, donde
se les aseguró que ningún integrante de la redacción había pedido un reportaje
a Ortega Peña.
A la hora indicada, Ortega abandonó el Congreso y
acompañado de su esposa, Elena Villagra de Ortega Peña, se dirigió caminando
por Callao hasta avenida Santa Fe. Luego de cenar en un restaurante de la zona,
abordaron un taxímetro en la intersección de Santa Fe y Río Bamba. Era un Siam
Di Tella, patente C371.002, guiado por Santos Vilella; el coche que en
definitiva, conduciría a Ortega Peña al lugar de su trágica muerte.
Según el informe oficinal, eran exactamente las 22.25,
cuando el taxímetro, luego de transitar por avenida Santa Fe y tomar por Carlos
Pellegrini, se detuvo en el cruce de esta calle con Arenales esperando que el
semáforo diera paso.
Apenas cruzó Arenales, el coche se detuvo casi sobre la
senda peatonal y en doble fila, ya que sobre el cordón estaba estacionado un
Citroen y un Fiat 600 rojo.
Los asesinos
Ortega y su esposa descendieron del taxi y en momentos en
que el diputado estaba pagando el importe del viaje al conductor, avanzó a gran
velocidad un Ford Fairlane, verde oscuro.
Según declararon testigos que se encontraban esperando
colectivos en las esquinas de Carlos Pellegrini y Arenales, el Ford Fairlane
frenó bruscamente y descendieron tres hombres de mediana edad, armados de
ametralladoras.
Entonces, con absoluta frialdad y precisión, uno del los
hombres se adelanto y poniendo rodilla en tierra comenzó a disparar contra la
pareja.
El primer impacto lo recibió la esposa de Ortega, Elena
Villagra. El balazo le atravesó de lado a lado el labio superior, sin dañarle
milagrosamente ningún diente. Según declaró posteriormente Elena Villagra, le
pareció que le había estallado algo similar a una bolsa de agua en la boca y
profirió un grito.
Ortega Peña se volvió de inmediato preguntando “¿Qué pasa
flaca?”. Fueron éstas las últimas palabras que pronunció, ya que casi al mismo
tiempo recibió una verdadera andanada de balas que lo derribó.
El doctor Ortega Peña cayó hacia delante y quedó tendido
entre las ruedas delantera derecha del taxi y la trasera izquierda del Citroen
estacionado al costado. Al caer golpeó pesadamente contra el paragolpes trasero
del Citroen, arrancándolo.
Todo se desarrolló en contados segundos. La ráfaga de
balas continuó ininterrumpidamente hasta que el matador –que escondía su rostro
enfundado en una media de mujer– vació la carga de su arma. Había no menos de
24 cápsulas servidas en el lugar. El cadáver de Ortega Peña presentaba ocho
impactos en la cabeza, uno en la muñeca y otro en el antebrazo –hecho
probablemente al intentar cubrirse con el brazo en un gesto en un gesto
instintivo- , y el resto en distintas partes del cuerpo.
El taxista estaba presumiblemente con la cabeza agachada,
contando el dinero del vuelto, cuando advirtió que su coche era perforado por
una lluvia de balas, y uno de los pasajeros caía bañado en sangre, mientras la
mujer se alejaba corriendo por la vereda, gritando con desesperación: “¡Mataron
a mi marido…!”
Elena Villagra, con la cara ensangrentada, fue auxiliada
en los primeros momentos por un médico que vive en las cercanías.
Dos coches taponando
Un conductor que transitaba por la zona en momentos de
producirse los hechos, refirió que al escuchar los disparos se dirigió
rápidamente al lugar de donde partían. No obstante no pudo llegar, ya que en el
cruce de Santa Fe y Carlos Pellegrini –a una cuadra de donde cayó Ortega Peña
el paso estaba obstruido por dos automóviles atravesados, en tanto que varios
hombres de civil se encargaban de desviar el tránsito.
Según refirió el testigo, le llamó poderosamente la atención
este hecho, ya que desde que escuchó disparos hasta que llegó al mencionado
cruce, no mediaron más de treinta segundos.
Una posible explicación para esta extraña circunstancia
podría ser que muy cerca de allí se encuentra ubicado el local de la Comisaría
15, en Suipacha, entre Santa Fe y Arenales. No obstante, treinta segundos
parece un lapso demasiado exiguo para que los efectivos de la comisaría
llegaran al lugar.
Otros testigos coincidieron en destacar la sorprendente
frialdad y coordinación de movimientos con que actuaron los asesinos; así como
la precisión con que fueron dirigidos los disparos. En ese sentido se indicó la
similitud –por las características del operativo homicida- , de este hecho con
el asesinato del Padre Carlos Mugica.
El primero en confirmar que la víctima era el doctor
Ortega Peña, fue el jefe del II Cuerpo de Vigilancia Metropolitana, comisario
inspector González, que llegó al lugar poco antes de las 23. Sobre la
medianoche se hizo presente el Jefe de la Policía Federal, comisario general
Alberto Villar.
La reconstrucción el hecho se efectuó en horas de la
madrugada, estableciéndose que actuó también un segundo coche como apoyo de los
matadores. El juez interviniente en la causa es el doctor Alberto Chiodi.
La noticia de la muerte de Ortega Peña circuló con una
llamativa celeridad. Según consigna el matutino La
Nación “eran
exactamente las 23.35 cuando en el Senado comenzó a circular la información de
la muerte del diputado”, es decir, apenas diez minutos después de consumado el
crimen.
Fuente: El Historiador
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