COSAS DEL CAPITALISMO


EL ROL DE LOS PRISIONEROS EN ESTADOS UNIDOS

                                                                                    ...por Harold H. Thompson

El rol de las prisiones y de la policía en el gran modelo capitalista puede ser discutido, no como temas separados, sino como conceptos relaciona­dos a la represión usada por el Estado contra la clase trabajadora, las mino­rías y los pobres. La policía es la coyuntura en el puño de hierro del Estado y es la primera línea de defensa para proteger a “los pocos que tienen” ya “los muchos que no tienen”. El rol de la opresión policial se ve complementado por el judicial, las pri­siones, los oficiales superiores electos quienes están adosando a la ley más proyectos de crímenes Draconianos y finalmente la última línea de defensa del capitalismo contra la oposición: la militar, incluyendo la Guardia Nacio­nal, una rama de los servicios armados que tiene el anhelo de matar a los ciudadanos indefensos en el pasado ya señalado históricamente durante las rebeliones negras a través del país. El rol de la Guardia Nacional de garanti­zar al Estado la opresión para proteger los intereses del capitalismo puede ser fácilmente comprendido con sólo mirar la historia de América.
La democracia capitalista hace perpetuar el mito sobre el Estado neutral y representativo de todas las personas con el único objetivo de proteger los derechos de todos cuando en realidad el objetivo real del Estado es manejar el capitalismo para el beneficio de unos pocos. La única manera en la que el capitalismo puede actuar fácilmente y sobrevivir es manteniendo a aquellos que desafían el símbolo de poder “en su lugar”, para garantizar así, la seguridad económica y el poder político de los ricos. El eslogan “ley y orden”, utilizado en referencia a la policía del orden y la ley del capitalismo, ofrece gran cantidad de recursos y esfuerzos para hacer callar a la oposición supri­miendo las amenazas potenciales al “orden” capitalista y manteniendo a las clases bajas, bajo el terrorismo policial siempre pago para resolver críme­nes o prevenir actividades criminales causadas por los predadores antisociales en contra de los que menos tienen. La mayoría de la policía trabaja peleando con los crímenes diarios, esto es sólo una cortina de humo, su función prin­cipal es defender a la clase capitalista y a sus defensores de la clase media, quienes adulan frente a la simple idea de tomar decisiones y cumplir con reglas forzadas de su distrito policial. La policía está constantemente com­prometida en conflictos, variando de grado, con miembros de la clase traba­jadora, desamparados, desempleados, etc. Entonces, la mayoría de la gente resulta ubicada en “ellos y nosotros”, situación adversa con la policía, quien luego utiliza esto para justificar su agresión al por mayor en un segmento de la población a la cual, irónicamente, pertenecieron originalmente.
Este tipo de psicología adversa se manifiesta claramente con la elimina­ción de la identidad de clases con la gente con la que se conecta como un todo, sembrando la enferma raíz del racismo y esteriotipando mentiras y co­rrupción a través de los rangos de estos ficticios protectores de la sociedad desde abajo hacia arriba. Esto, no puede ser seriamente conversado ni mu­cho menos corregido por la clase dictadora porque un esfuerzo masivo de corrección va a servir, lógicamente, para desmoralizar la gran fuerza confia­da para proteger su riqueza y poder.
Este es el motivo por el cual tan pocos policías son procesados por sus crímenes aplicados sobre la clase trabajadora y cuando son condenados, en raras instancias, es siempre con penas menores sin importar lo que hagan hasta cuando asesinan a un ciudadano, hecho que está ocurriendo frecuen­temente. Los policías son, a menudo, brutales, corruptos y dañinos para el corazón. Los políticos electos jamás confrontarán este horrible problema ya que ellos mismos se ven beneficiados por las acciones de la policía, quien es comprada y recompensada por ser el siervo de la clase dictadora. La justicia igualitaria bajo la ley no existe. La rama judicial de ejecuciones de leyes del capitalismo, es quizás una farsa peor que el mito sobre los “ser­vidores y protectores” de la gente. En el sistema de cortes, el dinero habla, los ricos caminan y los pobres y las minorías van a las cárceles.
“Inocente hasta ser declarado culpable”, es otro concepto débil hallado en la farsa, no en la realidad. Cualquier persona arrestada que pasa a ser juzgado declarará que nunca fue tratado como inocente, en ningún momen­to de los procedimientos, en contra de ellos si no son ricos. Los medios de comunicación adquirida por la clase dictadora son un arma poderosa utiliza­da para presentar al público sólo una vista limitada y estrecha del mundo. Generalmente, esta información es deformada, cuentos como reportajes periodísticos con preferencias, es parte de la propaganda manejada para criminalizar los sectores pobres de la sociedad que hacen una broma del ocultamiento de inocencia, según pretenden todos los ciudadanos por la Constitución. Los estrados más clandestinos y legendarios de América de  “encubrimiento de inocencia” se asemejan al trabajo de un papel descartable en esta época del respaldo-medios, terrorismo estatal, con la mayoría del público intentando ceder sus derechos constitucionales pasivamente, para ser reemplazados con creciente opresión.
La mayoría de los abogados actúan sin ética para el estatus capitalista dentro de la ciudad, país, Estado y los albergues transitorios judiciales (de­signados oficialmente como “cortes de ley”) donde reina el omnipotente do­lor. Venden a un defendido necesitado en prisión por varios o ningún motivo. Esto es especialmente aplicado por aquellos que son habitualmente incompetentes, los profesionales que trabajan asociados con las tantas oficinas de “hipócritas públicos” a lo largo de la Nación si fueron encargados de repre­sentar un cliente sin fundamentos.
En mi opinión, la mayoría de los rangos de los procuradores se encuen­tran debajo del de un chico fastidioso. Pero no todos los abogados son san­guijuelas perseguidoras de ambulancias y cretinos, hay algunos excepcio­nales que defienden las causas de la gente y no fueron comprados por el sistema capitalista, como por ejemplo William Kunstler (quien murió tristemente en 1995) y otros pocos como él dispersos por la Nación tan raros como descubrir diamantes en una mina de carbón, o inteligentes sin servir a los políticos en el Congreso o en la Casa Blanca. Admiro mucho esta extraña especie de abogados en extinción. Un ejemplo perfecto de “justicia igualitaria” en América es que una persona sin hogar, forzada a robar para comer tiene un 99.9% más de posibilidades de ir a prisión que un ladrón de “guantes blancos”, acusado de robar millones de dólares de los fondos no recobra­dos de los ciudadanos.
La enseñanza del sistema judicial en la América moderna, es que se es presumido culpable si es un miembro de las minorías, los excluidos o la clase trabajadora, todos conocidos como “la clase culpable” por las cortes y los policías. Los políticos azotan la histeria pública en los medios de comunicación sobre la crisis del crimen perpetuando la gran mentira, para mejorar su ima­gen y convencer a los votantes de que van a eliminar el crimen.
“Las prisiones están repletas de criminales peligrosos, ¡déjenlos allí! Tres golpes y estás afuera. ¡Debemos construir más prisiones para tenerlos a todos! ¡Necesitamos las cárceles para controlar a estos animales!”, deliran y anhelan mientras mienten a través de sus dentaduras blancas perladas.
La verdad es fácilmente descubierta por cualquiera que trate de realizar una investigación sencilla sobre el crimen y la cárcel. La población nacional ha crecido desde los ‘50 y ‘60, donde la mayoría de las estadísticas están hechas para compararlas con los crímenes de los ‘90. Los crímenes han crecido comparativamente con el crecimiento de la población. El simple he­cho concreto se mantiene, la vasta mayoría de los prisioneros en los Estados Unidos de América y las prisiones federales son encarcelados por críme­nes económicos relacionados con la supervivencia. El mayor porcentaje de esta gente está desempleada o con pocos recursos materiales. Las prisiones son ambientes sexistas y racistas, designados para deshumanizar, despojar de la identidad y reemplazarla con números, como repuestos en un depósi­to. Éstas, no proveen ningún tratamiento para solucionar los problemas que llevaron al prisionero allí. El único tratamiento que proveen es el control de la conducta y el comportamiento de una persona mientras esté en prisión. Está ideada para aislar al prisionero de su familia y amigos, destruir su personali­dad para forzarlos, a través de variables niveles de “técnicas de lavado de cerebro”, a transformarse en otro robot obediente al capitalismo. Las prisio­nes son instituciones diseñadas para enseñar lecciones de violencia a tra­vés del abuso hacia aquellos confinados en ellas. Esta violencia, enseñada es, a veces, desviada a la sociedad en general, luego de que un prisionero es liberado. Amargura, rabia acumulada, enojo, tienen que salir a algún lugar para liberarse y explotar, casi siempre en el momento más inesperado y de manera autodestructiva, mandando a los individuos por “un segundo trago” en los pozos de las prisiones. Las víctimas de la brutalidad institucionalizada crean otras nuevas, ase­gurando la continuidad de ese círculo vicioso luego de la liberación a la so­ciedad y el retorno a la deshumanizante existencia penal. La prisión no dismi­nuye los crímenes ni protege a la gente de ellos, los perpetúa, la persona se convierte, generalmente, en una amenaza para la sociedad, más que cuan­do entró. Entonces, ¿Por qué esta gente continúa encerrada en esta tumba de vivos?, ¿Por qué? Porque las prisiones son una industria hipercreciente, tal como el capita­lismo es inflado con los dólares quitados a la clase trabajadora en forma de impuestos.
Ciertamente, es claro que los políticos profesionales están interesados sólo en llenar sus bolsillos y no de aliviar el peso de aquellos que lo eligie­ron. La industria privada ha entrado las correcciones de negocios de distin­tas formas en años recientes. Corporaciones privadas piden tratos con departamentos de correcciones del Estado. Compañías de medicina privada han sido formadas para proveer a los prisioneros de necesidades medicina­les y al menos un estado. Tennessee, ha entrado en un arreglo por contrato con una compañía privada para proveer comida a los prisioneros. Compañías privadas de administración de prisiones han sido conocidas por atentar tras intentar conseguir llegar al mercado internacional de esclavos por contratos para operar prisiones con una ganancia en otros países. Un perfecto ejemplo de tales ruidosas ganancias es la corporación de correccionales de América, ubicada en Nashville, la cual ha entrado en negociaciones con el Reino Uni­do, con la esperanza de manejar y operar prisiones inglesas privatizadas. Los beneficios económicos para el Estado y el sector privado que forman parte del asunto es imposible de medir. Cuando la mayoría de las otras áreas del mercado libre están en declive, hay un gran crecimiento en la industria de la corrección; y cuán más difícil sea el momento para la clase trabajadora mejores momentos vendrán para esta creciente industria. Anualmente, se gastan más de 80 billones de dólares en prisiones exis­tentes. Si las cosas continúan de esta forma, terminaremos con la mitad de la población apoyando y la otra mitad presa. Estados Unidos posee gran distinción por haber encarcelado un gran porcentaje de su población, mayor que cualquier país en el mundo. En el presente la tasa de encarcelamiento es de 426 personas por cada 100.000, lo que significa que más de un millón de hombres, mujeres y niños están detrás de cercos electrificados, paredes de cemento, viviendo en jaulas pri­mitivas o tumbas de alta seguridad. La tasa principal de encarcelamiento está creciendo a un nivel alarmante y al momento, ya sobrepasa a Sudáfrica, que tiene el segundo más alto a nivel global, a 333 personas por cada 100.000. Los negros en E.E.U.U. son encarcelados siete veces más que la gente blanca. El núme­ro de mujeres en prisión está creciendo firmemente, y muchas de esas muje­res son madres solteras con aproximadamente 60% de genes negros o lati­nos.
Las estadísticas muestran que casi la mitad de esos encarcelados en Es­tados Unidos estaban desempleados al momento de su arresto, así que, no tienes que ser un miembro de MENSA para reconocer la relación directa entre el auge en la construcción de prisiones, las estadísticas de crímenes y la continuamente creciente estadística de desempleo. La “industria correc­cional” es la de más rápido crecimiento en el área de los negocios de la Nación, con el costo inicial de construcción solventado por la clase trabaja­dora (esperando de vez en cuando que los programas de construcción de prisiones brinden nuevos trabajos para los habitantes de áreas donde el desempleo es muy alto, pero donde siempre hay ganancias por parte del capital privado).
La clase trabajadora paga la factura a través de impuestos más altos y los dueños de las compañías se quedan con las ganancias. El sistema escolar está lastimando nacionalmente para operar fondos y preparar estudiantes valientes para competir en un mercado laboral cada vez más selectivo. No hay suficientes hogares, ni siquiera para acercarse ni remotamente a solu­cionar el problema de los desamparados en este país. La gente quiere dinero para la comida y los pequeños niños sufren hambre en la Nación más rica de la faz de la Tierra. Forzando a la gente sin hogar a vivir en las calles sin refugio, aumentando progresivamente los impuestos en las familias de clase baja, mientras se disminuyen para la gente adinerada causando así la caída del nivel de vida de la clase trabajadora, la manipulación de la economía para cerrar las pe­queñas empresas que no pueden competir con las grandes corporaciones o permitirles dejar la Nación para que puedan establecerse como negocio en el llamado tercer mundo, explotando a la mano de obra barata. Todo esto y más, hace que la tasa nacional de desempleo asegure gran cantidad de sangre nueva para un sistema de prisión ya armado, más allá de su capaci­dad. Existe una nueva generación que está siendo preparada para soportar el interior de estas jaulas. Hoy en día las prisiones son comparables con aquellos lugares donde mantener carne fresca en cautiverio significaba una ganancia. Si el gobierno es representativo y se preocupa por las necesidades de la población como un todo, tal como clama serlo ¿No debería estar albergando a los desamparados, alimentando a los hambrientos, educando las mentes desnutridas de los jóvenes siendo eliminados y gastando billo­nes de dólares en la construcción de prisiones (y otros proyectos inservibles, como el programa espacial de la NASA) para solucionar los problemas so­ciales del presente que nos están arrastrando a todos hacia abajo? Sería ingenuo creer que esto podría pasar. ¡Las prisiones continuarán estando llenas siendo construidas a nuestras expensas hasta que nosotros, la gente, tomando estos asuntos con nuestras propias manos y las destrocemos ladri­llo por ladrillo borrándolas de la faz de la Tierra por la fuerza conjunta! El capitalismo no dará deseosamente nada a través de puras o votaciones del pueblo. Todos los gobiernos protegen sólo los intereses del capitalismo, no atienden la voluntad de la Clase trabajadora. “la basura”, nosotros. Simplemente continuarán construyendo prisiones tanto como permitamos que esto ocurra.
Las palabras de George Jackson, un revolucionario fallecido en los ‘60, vienen a la mente cuando habló de la poderosa fuerza reprimida junto con la bronca de la gente. George dijo: “Soy parte de la gente que se enoja lentamente pero de manera dura. Nos uniremos frente a sus puertas en tal núme­ro, que nuestros pies harán temblar la Tierra”.
¡Permitan a la Tierra temblar con el pisoteo de nuestros pies!
¡Una pequeña bola de nieve en una ladera, puede generar una avalancha imparable!



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